Aunque muchos padres puedan llegar a pensar todo lo contrario, la exigencia en la crianza de los hijos no es para nada aconsejable. Lo ideal es llegar a un termino medio, ni tanto ni tan poco.
En el siguiente artículo te aclaramos todas las dudas que puedas tener acerca de la exigencia en la educación y de cómo hay que ponerla en práctica.
¿Para qué sirve la exigencia?
La clave de todo está en saber aplicar tal exigencia en la educación de los más pequeños. De manera general la exigencia puede ayudar a que el niño haga las cosas de una manera óptima y adecuada, pero en ocasiones tal exigencia puede generar una fuerte presión en el niño que le termina afectando a nivel emocional. De ahí que sea realmente importante dar con el equilibrio en lo que la exigencia se refiere y conseguir la mejor educación posible para los hijos.
¿En qué momento se considera que la exigencia es excesiva?
La exigencia es excesiva cuando se presiona al pequeño y éste se siente mal por no cumplir las expectativas creadas. La exigencia debe tener la finalidad de enseñar al niño y no de presionarlo ante cualquier cosa que haga. Las consecuencias de tener una exigencia excesiva en los hijos son las siguientes:
- Baja autoestima.
- Miedo y temor a defraudar.
- Desobediencia.
- Trastornos de comportamiento y de conducta.
- Problemas emocionales.
- Estrés y ansiedad.
- Problemas a la hora de relacionarse con otros niños.
- Estado depresivo.
Clases de padres según la exigencia impartida
Hay tres tipos de padres según la exigencia excesiva impartida a sus hijos:
- En primer lugar se encontrarían los conocidos como padres rígidos. Esta clase de padres recurren de una manera habitual al castigo y son bastante severos en lo que a la educación de sus hijos se refiere. Ejercen un control bastante férreo en la vida de los hijos y ante los errores y las equivocaciones suelen mostrarse totalmente intolerantes e intransigentes.
- El segundo tipo de padres son aquellos con altas expectativas. Esperan unos resultados magníficos en los hijos que en ocasiones resultan realmente inalcanzables. Todo ello hace que el nivel de frustración de los hijos sea bastante alto y actúen de manera frecuente bajo mucha presión.
- El tercer tipo de padres son los hipervigilantes. Son aquellos que vigilan de manera constante a los hijos y los sobreprotegen de tal manera que apenas tienen autonomía e independencia a la hora de actuar. Dicho control y sobreprotección suelen tener consecuencias negativas en el desarrollo emocional de los niños.
Cuándo hay que ser flexibles en la crianza de los hijos
- Al llegar el fin de semana hay que saber aparcar la exigencia y volverse mucho más flexible con los hijos.
- La exigencia no es aconsejable cuando los niños son demasiado pequeños.
- Si el niño está demasiado sensible hay que ser más flexible con su conducta.
- No pasa nada porque los niños se equivoquen. Los errores son esenciales a la hora de educar a los pequeños.
- No se puede ser exigente cuando los niños están jugando o disfrutando de su tiempo libre.