El peligro de educar con gritos

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Es algo habitual que los padres griten a sus hijos ante una conducta inadecuada o por un mal comportamiento. Los gritos pueden llegar a dañar seriamente la autoestima del niño y es por ello que hay que evitarlos.

Aunque no se le dé importancia, gritar de manera habitual a un niño le puede producir a largo plazo una serie de daños a nivel emocional y psicológico.

Los gritos como maltrato psicológico

Aunque en un principio cueste creerlo, los gritos son un tipo de maltrato psicológico para el niño. Los padres deben mantener la calma en todo momento y evitar llegar a los gritos como resultado de un comportamiento inadecuado del pequeño.

No hay que llegar a tal extremo, ya que el niño sufre más de lo que pueda parecer a primera vista, con los gritos de los padres. De nada sirve el gritarle para pasados unos minutos pedirle perdón, ya que el daño está hecho.

El problema de los gritos es que a día de hoy está bien visto desde el punto de vista social. Nadie se extraña si ve a un padre gritarle a su hijo. Sin embargo, se ha podido comprobar que los gritos influyen de una manera negativa en los niños. Los problemas son varios, ya sea a nivel escolar o en la conducta del propio pequeño.

Consecuencias de gritar a los hijos

Es normal que si un padre grita de manera habitual y constante, el pequeño vea minada su autoestima y su confianza. Ello va a repercutir en problemas de conducta bastante serios. Los gritos van a dejar graves secuelas a nivel emocional, sobre todo si es algo que suele ocurrir muy a menudo.

No es nada bueno el crecer en un hogar en el que los gritos estén a la luz del día y sea algo habitual. A la larga el pequeño va a creer que los gritos son algo normal y lo puede usar en su día a día.

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Educar sin gritos

La educación debe basarse en la comunicación y en el diálogo además de inculcar una serie de valores al pequeño. Se debe evitar en todo momento, el usar los gritos como medio para corregir la conducta de los hijos. Los padres no deben perder el control en ningún momento y mantener la calma. Es algo que puede llegar a parecer bastante complicado, sobre todo si el niño no se porta bien o no hace caso a las normas.

Hay que saber el frenar la ira y optar por otros medios de educación más adecuados. Como ya te hemos comentado más arriba, los gritos habituales dañan la autoestima de los más pequeños, algo que va a repercutir de una manera negativa en el desarrollo de su personalidad. Por desgracia los patrones se repiten y si un niño se cría y crece en una casa en la que los gritos son normales, es casi seguro que al ser adulto educará a sus propios hijos a base de gritos.

En definitiva, no hay que educar a base de gritos. Los mismos son considerados como maltrato emocional hacia los niños. A largo plazo dichos gritos afectan de una manera negativa tanto al comportamiento como a la conducta de los más pequeños de la casa.


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