El 13 de diciembre será recordado como una fecha de gran tristeza para el mundo del cine, la televisión y el teatro español. Este día marcó la partida de Verónica Forqué, una de las actrices más queridas y talentosas, cuyo impacto artístico atravesó décadas y generaciones. Verónica Forqué fue hallada sin vida en su domicilio de Madrid a los 66 años. A pesar de los esfuerzos de los servicios de emergencia, no se pudo hacer nada por salvarla, dejando un vacío irremplazable en el espectáculo español.
Su inesperada muerte conmocionó tanto a sus seguidores como a sus compañeros de profesión, quienes inundaron las redes sociales con mensajes de despedida y cariño. Dueña de una trayectoria profesional brillante y polifacética, Verónica Forqué dejó huella tanto en la gran pantalla como en la televisión, el teatro y hasta el doblaje. Su legado forma parte esencial de la cultura cinematográfica y televisiva española. A continuación, hacemos un repaso exhaustivo de los hitos y contribuciones fundamentales que definieron su carrera y vida.
Los inicios: Talento heredado y formación artística
El carisma y el talento de Verónica Forqué no surgieron por casualidad; nació en un entorno profundamente ligado al arte y al cine. Hija del destacado director y productor José María Forqué y de la escritora Carmen Vázquez-Vigo, crecieron en ella las pasiones por la interpretación y la narrativa. Desde muy joven, participó en películas bajo la dirección de su padre, comenzando así una carrera que se desarrollaría de manera prolífica y variada.
Compaginó estos primeros trabajos con su formación, estudiando arte dramático, lo cual le permitió dominar las técnicas de la interpretación. Aunque también inició la carrera de psicología, finalmente decidió dedicarse por completo al arte dramático, una decisión que definió su vida profesional. Su debut en el cine llegó a los 17 años en «Mi querida señorita» (1972) de Jaime de Armiñán, abriendo un camino que más tarde marcaría una época dorada en el cine español durante los años 80 y 90.
El ascenso en los años 80: Almodóvar y otros grandes directores
La década de los 80 fue clave para consolidar la carrera de Verónica Forqué, convirtiéndose en una figura central de la cinematografía española. Fue en esta etapa cuando Pedro Almodóvar le ofreció el papel de Cristal en la emblemática película «¿Qué he hecho yo para merecer esto?» (1984). Su interpretación de esta prostituta amable y entrañable le valió el reconocimiento generalizado del público y la industria, marcando el inicio de una fructífera colaboración con el icónico cineasta manchego.
Además de trabajar con Almodóvar, Verónica Forqué colaboró con otros importantes directores como Fernando Trueba y Fernando Colomo. En «Sé infiel y no mires con quién» (1985) y «El año de las luces» (1986), dirigida también por Trueba, dejó claras sus habilidades tanto para la comedia como para el drama. Con estas películas logró establecerse como una de las actrices más versátiles de su generación. Su actuación en «El año de las luces» le valió su primer Premio Goya como actriz de reparto, galardón que marcó el inicio de una serie de reconocimientos en su trayectoria.
Protagonismo y éxitos en los 90: Premios Goya y consagración
Si los años 80 cimentaron su carrera, la década de los 90 la consagró como una de las actrices más importantes del cine español. Verónica Forqué obtuvo nada menos que cuatro premios Goya a lo largo de su trayectoria, convirtiéndose en la actriz más galardonada en la historia de estos premios junto a Carmen Maura.
En 1988 hizo historia al ganar dos Goyas en una misma ceremonia: mejor actriz de reparto por «Moros y cristianos» de Berlanga y mejor actriz protagonista por «La vida alegre» de Fernando Colomo. Este hito no se repetiría hasta casi tres décadas después. Posteriormente, bajo la dirección de Pedro Almodóvar, protagonizó «Kika» (1993), un papel que nuevamente la llevó a obtener el Goya a mejor actriz protagonista.
Entre otros títulos destacados de esta época se encuentran «Bajarse al moro» (1988), una comedia que reafirmó su talento para el género, y «¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?» (1993), dirigida por Manuel Gómez Pereira. Ambas películas simbolizan dos facetas de su versatilidad: la capacidad de dotar de profundidad a personajes cómicos y su habilidad para transitar con naturalidad entre la comedia y el drama.
Verónica Forqué en televisión: Un rostro entrañable
Aunque el cine fue su principal escenario, el mundo de la televisión también le abrió sus puertas, convirtiéndola en un rostro familiar para millones de espectadores. Series míticas como «Pepa y Pepe» (1995) alcanzaron una gran popularidad y demostraron que su carisma trascendía los límites de la gran pantalla.
Además de «Pepa y Pepe», participó en exitosas producciones como «La que se avecina», donde interpretó a Teresa Sáenz de Tejada, una divertida alcaldesa que dejó huella en los seguidores de la serie. Su último contacto con la audiencia televisiva fue como concursante en «MasterChef Celebrity», un programa que abandonó voluntariamente debido al desgaste emocional que estaba atravesando.
El teatro: Pasión y reconocimiento
El teatro fue otra faceta imprescindible en la carrera de Verónica Forqué. Obras como «¡Ay, Carmela!» y «Shirley Valentine» le permitieron brillar en un formato en el que pudo explotar su sensibilidad artística y cercanía con el público. En 2020, dirigió «Españolas, Franco ha muerto», una obra que reafirmó su compromiso con el arte escénico hasta sus últimos años de vida.
Su contribución al teatro no se limitó a la interpretación: también destacó como directora, llevando a las tablas adaptaciones de autores reconocidos como Woody Allen. Esta versatilidad la convirtió en una figura indispensable en el panorama teatral español.
La vida y obra de Verónica Forqué es un testimonio del talento, la dedicación y la pasión que definieron su trayectoria artística. Su legado seguirá ocupando un lugar privilegiado en la memoria colectiva del cine, la televisión y el teatro español.