«¿Si somos infelices, por qué seguimos juntos?» Puede que en alguna ocasión te hayas visto a ti misma en este mismo dilema, en esta misma situación donde se entremezclan muchas emociones. Muchos sentimientos contrapuestos. Tal vez sea la costumbre, o es posible que nos sigamos queriendo a pesar de todo. O incluso puede que tengamos miedo a romper nuestro vínculo y, sencillamente, quedarnos solos.
Las razones por las que una pareja puede ser infeliz son muchas, pero las explicaciones al por qué no dan por terminada esa relación dado el sufrimiento, son en ocasiones aún más complejas. Podemos hablar de miedos, de culpas, de uno de los miembros que tal vez, ejerce el papel de dominador haciendo imposible la ruptura. Hablemos hoy sobre este interesante tema, esperando servirte de ayuda si en alguna ocasión, te ves a ti misma viviendo este problema.
Índice
Razones por las que una pareja infeliz mantine su relación
Es posible que te sea difícil de creer, pero según numerosos informes estadísticos son muchas las parejas infelices que se niegan a dar por terminada su relación. A pesar de la incompatibilidad y el sufrimiento percibido por parte de ambos, casi un 20% de dichas parejas prefieren mantener dicha estabilidad.
Hemos de tener en cuenta que en ocasiones, el papel de la «mujer dependiente del marido» sigue teniendo mucho peso en estos casos. Hablamos sobre todo de generaciones más mayores, de otras mentalidades más clásicas donde no es fácil el «empezar desde cero», cuando se ha pasado toda una vida junto a una persona, y en especial, dependiendo de ella.
En el caso de generaciones más jóvenes, también se da este fenómeno. Aunque la posibilidad de que a largo plazo acabe produciéndose la separación, es en estos casos mucho más factible. Aún así, vale la pena comprender qué hace que esta distancia, esta ruptura, no se dé antes por el bien de ambos miembros. Veámoslo:
1. Miedo y culpa
Puede que alguno de los dos no se decida a dar el paso por miedo. Por temor a hacer daño a la otra persona a pesar de ser consciente, de que ya no ama a su pareja. Esta sensación se trasforma en ocasiones en un sentimiento de culpa, en una lástima indefinible por todo lo vivido, todo lo ofrecido y recibido. Somos conscientes de que esa separación va a ocasionar mucho dolor a la otra persona y, sencillamente, no nos atrevemos a hacerlo o lo posponemos.
2. La temida soledad
¿Y qué voy a hacer si me quedo sola? En ocasiones la vida sin una persona a nuestro lado nos provoca no solo miedo, sino también inseguridad. Puede que dicha relación haya durado mucho tiempo, y alguno de los dos no se haga a la idea de tener que cambiar, de tener que hacer frente a una nueva existencia sin alguien junto a nosotros. Así pues, puede que el sufrimiento de ahora sea mucho mejor que la soledad de mañana.
3. Los complejos juegos de poder
Muy característico de las relaciones tóxicas donde hay alguien que somete y alguien que depende. En este tipo de relación uno de los dos miembros carece de poder de decisión y vive sometido/a a la voluntad de la pareja. A pesar del sufrimiento, de la frustración y la infelicidad, ha de soportar todo ello por simple miedo. Por temor a cómo la otra persona va a reaccionar si le decimos que queremos dejarlo. El sometimiento alcanza cuotas inimaginables. Son situaciones dura y muy complejas.
4. Parejas que disponen de «otros acuerdos»
Suele darse a menudo. Son relaciones que van más allá del simple compromiso entre dos personas. «Yo sé que las cosas van mal, puesto que mi pareja me está engañando con otra persona. Sin embargo, lo asumo, y a su vez, me busco otro amante con el que compensar dicha traición». Se establecen una especie de «acuerdos implícitos» que en ocasiones, se suelen aceptar y que consiguen que una relación aparentemente infeliz, se siga manteniendo.
Otras parejas por ejemplo continúan su relación porque existe un beneficio económico que ninguno de los dos desea perder, o puede que incluso sean los propios hijos quienes les impiden establecer una separación definitiva. Son también situaciones complejas que solo los miembros de la pareja pueden entender.
5. Las esperanzas y el tiempo
Lo sabemos, hoy somos infelices, pero ¿y si esperamos un poco más para ver cómo avanzan las cosas? Tal vez, con el tiempo, la situación mejore, nosotros maduremos y consigamos aprender de los errores presentes. Ésta, es sin duda la justificación más común a la hora de alargar una relación de pareja que no funciona.
La verdad es que raras veces esta fórmula funciona. Las dificultades y las diferencias habitualmente se hacen un poco más grandes con el tiempo, y lo que conseguimos, es elevar la cuota de sufrimiento e incluso la rabia al ver que, efectivamente, la cosa no ha mejorado.
En ocasiones, ambos somos muy conscientes de que alargar en el tiempo una relación imposible, no es la mejor idea. Para ello se requiere ser valiente para romper ese vínculo, algo doloroso, algo en ocasiones traumático, pero a largo plazo, será sin duda lo más saludable. Alimentarse de sufrimiento es dañar nuestra autoestima, nuestra integridad y vivir en una falsa situación que solo nos traerá rabia y frustración. No vale la pena. Si eres infeliz, y ya no ha esperanza alguna, atrévete a «dejar ir», a avanzar en soledad asumiendo nuevos caminos.