¿Sabías que muchas veces los padres confunden las pesadillas con los terrores nocturnos? Aunque ambos son trastornos del sueño, los terrores nocturnos son una experiencia mucho más impactante, tanto para el niño que los sufre como para la familia. En este artículo te ofreceremos una guía completa para comprender las causas, identificar los síntomas y descubrir cómo manejar estos episodios de forma efectiva.
¿Qué son los terrores nocturnos y cómo se diferencian de las pesadillas?
Los terrores nocturnos no son pesadillas, aunque ambos son episodios relacionados con el sueño. Mientras que las pesadillas suelen producirse durante el sueño REM y el niño recuerda lo soñado tras despertarse, los terrores nocturnos ocurren durante el sueño profundo (fase No-REM), generalmente en las primeras horas de la noche. En este caso, el pequeño no tiene constancia de lo sucedido al despertar.
Principales diferencias:
- Pesadillas: El niño se despierta asustado y puede relatar el sueño. Suele necesitar consuelo para volver a dormirse.
- Terrores nocturnos: Suelen ir acompañados de gritos, llantos y movimientos bruscos. El niño permanece dormido todo el tiempo y no recuerda el episodio al día siguiente.
¿Cómo identificar un episodio de terror nocturno? Los sintomas más comunes incluyen:
- Gritos intensos que alertan a los padres.
- Movimientos bruscos como golpear el colchón o sentarse en la cama.
- Ojos abiertos o semiabiertos pero sin reaccionar a estímulos externos.
- Respiración acelerada, sudoración y, en algunos casos, episodios de sonambulismo.
Causas de los terrores nocturnos
No existe una única causa que explique los terrores nocturnos. Este trastorno suele estar relacionado con una variedad de factores que incluyen:
- Predisposición genética: Antecedentes familiares de sonambulismo o terrores nocturnos incrementan el riesgo.
- Alteraciones durante el sueño: La privación de sueño, horarios irregulares, o interrupciones pueden ser desencadenantes.
- Niveles elevados de estrés o ansiedad: Eventos significativos o cambios en la rutina pueden causar una sobreestimulación del sistema nervioso.
- Fiebre o enfermedades: Un organismo debilitado puede aumentar la probabilidad de episodios.
- Uso de ciertos medicamentos: Algunos tratamientos médicos pueden alterar las etapas del sueño.
Cómo actuar ante los terrores nocturnos
Es normal que los padres se sientan abrumados al presenciar un terror nocturno. Sin embargo, mantener la calma es esencial. Aquí te ofrecemos algunas pautas para manejar estos episodios:
- No intentes despertar al niño: Esto podría desorientarlo o prolongar el episodio.
- Vigila de cerca: Asegúrate de que no corra el riesgo de lastimarse. Si intenta levantarse, acompáñalo suavemente de vuelta a la cama.
- Habla con suavidad: Aunque no te escuche, un tono calmado puede evitar que tú mismo te alteres.
- Establece una rutina de sueño: Dormir lo suficiente y en horarios regulares reduce significativamente la frecuencia de estos episodios.
Qué no hacer durante un terror nocturno
Evitar ciertas acciones es tan crucial como saber qué hacer:
- No sacudas ni zarandees al niño: Puede intensificar su estado de agitación.
- No intentes razonar o consolarlo como harías con una pesadilla: Recuerda que no está consciente del evento y no responderá.
¿Cuándo acudir a un especialista?
Aunque los terrores nocturnos suelen desaparecer con el tiempo, ciertas situaciones requieren atención médica:
- Si los episodios son muy frecuentes o graves.
- Si interfieren con el sueño del niño o de otros miembros de la familia.
- Si el niño muestra signos de somnolencia extrema o problemas emocionales durante el día.
Un pediatra o especialista en trastornos del sueño puede ofrecerte un diagnóstico detallado y sugerir terapias como el despertar programado o incluso tratamientos farmacológicos en casos específicos.
Cómo prevenir los terrores nocturnos
La prevención es clave para minimizar la recurrencia de los terrores nocturnos:
- Higiene del sueño: Establece un ambiente tranquilo y cómodo para dormir. Evita la exposición a pantallas y luces brillantes antes de acostarse.
- Rutina consistente: Establece horarios regulares para dormir y despertar, incluso los fines de semana.
- Manejo del estrés: Identifica y aborda posibles factores de estrés en la vida del niño. Técnicas como la meditación y la relajación pueden ser útiles.
- Despertares programados: Si los episodios ocurren aproximadamente a la misma hora, despierta al niño 15-20 minutos antes del evento y luego permite que se vuelva a dormir.
Recuerda: La mayoría de los niños superan los terrores nocturnos de forma natural con el tiempo. Crear un entorno que fomente el bienestar emocional y físico es el mejor apoyo que puedes brindar como padre o madre.
Cada noche, tanto los niños como los padres tienen la oportunidad de afrontar el sueño como un espacio seguro y reparador. Con paciencia, conocimiento y cuidado, los terrores nocturnos pueden dejar de ser un motivo de preocupación y convertirse en una etapa más del desarrollo infantil.