El hígado es un órgano de gran importancia en el cuerpo ya que lleva a cabo múltiples funciones como la producción de proteínas en la sangre que ayudan con la coagulación, la transportación del oxigeno, además de la producción de la bilis, una sustancia necesaria para ayudar a digerir los alimentos. La cirrosis hepática es una enfermedad que progresa lentamente y en la cual el tejido sano del hígado es sustituido por tejido cicatrical, evitando con el tiempo que el hígado funcione correctamente.
Las causas más comunes de la cirrosis hepática incluyen la hepatitis C, el hígado graso, así como el abuso en el consumo de alcohol, sin embargo cualquier cosa que dañe al hígado puede eventualmente provocar este padecimiento. Estas condiciones pueden incluir la obesidad y la diabetes, las infecciones crónicas virales del hígado, así como una obstrucción de la vía biliar, incluso episodios repetidos de insuficiencia cardíaca y determinadas enfermedades hereditarias como la fibrosis quística.
Aunque es poco probable, otras causas de la cirrosis hepática pueden incluir las reacciones a medicamentos recetados, además de una exposición prolongada a las toxinas ambientales o infecciones por parásitos. Es importante mencionar que la mayoría de las personas que beben grandes cantidades de alcohol dañan su hígado y de alguna manera no todas las personas desarrollan la cirrosis hepática.
Las mujeres que beben en exceso tienen un mayor riesgo de presentar cirrosis hepática en comparación con los hombres, pero las personas que tienen hepatitis B o hepatitis C, tienen más posibilidades de provocar daño en el hígado como consecuencia del consumo del alcohol.