Es importante reconocer los dolores y los mensajes que nos envía nuestro cuerpo, el organismo es muy sabio y no tenemos que dejar escucharle.
En este caso, sufrir piedras en la vesícula es muy doloroso, un dolor súbito e intenso que permanece en el lado derecho del abdomen. Sigue leyendo si quieres saber más sobre el tema.
Pasada media hora o una hora después de haber ingerido alguna de las comidas principales del día surge ese dolor que finaliza cuando los alimentos han sido digeridos porque la vesícula deja de producir bilis para estimular esa digestión.
Índice
Síntomas más comunes de las piedras en la vesícula
Algunos de los síntomas más comunes cuando tenemos piedras en la vesícula son los siguientes:
- Dolor fuerte en el lado derecho del abdomen pasadas 1 hora.
- Tener fiebre por más de 38ºC.
- Color amarillento en los ojos y piel.
- Diarrea constante.
- Mareos o vómitos.
- Malestar general después de comer.
- Pérdida del apetito.
Al tratarse de síntomas bastante generales muchas personas no detectan que pueden ser piedras en la vesícula, por ello, tenemos que estar atentos para buscar una solución médica si los dolores y malestares persisten en el tiempo.
No tenemos que dejar de ir al médico si creemos que podríamos tener piedras, allí el especialista podrá realizar un examen abdominal y diagnosticar lo que ocurre.
Características de la vesícula biliar
La vesícula biliar se encarga de producir bilis, un líquido amarillo verdoso que se encarga de la digestión de las grasas. Durante el momento de la digestión, la bilis atraviesa los canales biliares y llega al intestino, sin embargo, cuando sufrimos cálculos éstos bloquean el paso causando el dolor y la inflamación en la propia vesícula.
Si las piedras son pequeñas sí que atravesarán los canales y llegarán hasta el intestino, lugar en donde serán evacuadas junto con las heces.
Qué causa los cálculos biliares
La mejor arma en cuestiones de salud es una buena defensa y prevención, por ello, os contamos cuáles son las cosas que nos producen las piedras.
- Tener el colesterol alto.
- Diabetes.
- No realizar ninguna actividad física.
- Mantener una dieta baja en fibras.
- No consumir muchas frutas o verduras.
- Llevar una dieta rica en grasas y carbohidratos simples.
- Sufrir hipertensión arterial.
- Fumar.
- Utilizar métodos anticonceptivos hormonales durante un largo periodo de tiempo.
- Tener antecedentes familiares.
Las mujeres tienden a sufrir más veces este problema por los trastornos hormonales que sufren a lo largo de su vida.
Elimina las piedras en la vesícula
El tratamiento que tenemos que mantener y seguir es el de un especialista médico, el de un gastroenterólogo, porque podrá determinar el tamaño de las piedras y qué tratamiento llevar a cabo.
Dependerá del caso de cada persona, ya que existen medicamentos que ayudan a su expulsión aunque el periodo de acción puede durar varios años. Las personas que sufren constantes dolores tendrán que someterse a cirugía de extracción o probar con ondas de choque que rompen las piedras de la vesícula en otras más pequeñas para que éstas puedan acceder al intestino a través de los canales.
Dieta para evitar las piedras en la vesícula
Si se sigue un tratamiento para eliminar las piedras, se tendrá que llevar a cabo una dieta específica. A continuación te contamos qué alimentos debes consumir y cuáles has de evitar.
Alimentos permitidos
- Frutas de todo tipo, a excepción del coco y el aguacate.
- Vegetales y verduras. Consúmelas hervidas para facilitar la digestión.
- Granos integrales, arroz, pasta y pan integral.
- Lácteos y derivados desnatados.
- Carnes bajas en grasa, cocínalas a la plancha y sin excesiva grasa.
- Bebe dos litros de agua al día, infusiones y zumos naturales.
Alimentos prohibidos
- Alimentos ricos en grasas: mantequilla, aceite de coco, aceite de girasol, aceite de oliva en grandes cantidades.
- Alimentos fritos.
- Mayonesa.
- Salsas industriales a base de natas.
- Carnes grasas: costillas, salchichas, carne de pato o ganso.
- Casquería: hígado, riñones o tripas de animales.
- Frutos secos en abundancia.
- Quesos grasos.
- Leche y lácteos grasos.
- Pescados azules como el salmón, cavalla, sardinas o boquerones.
- Bebidas alcohólicas.
- Batidos industriales.
- Dulces como galletas, pasteles, chocolate con leche.
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