Si la pasada edición de Casa Decor Madrid tomaba la antigua Embajada Británica como edificio a remodelar, este año el mundo del interiorismo y la decoración se hermana más que nunca con la arquitectura (su principal compañera de viaje) para mostrar las últimas propuestas del sector, que durante el próximo mes podremos disfrutar en el antiguo Colegio de Arquitectos de Madrid, una institución en la que durante 60 años se pusieron en marcha muchos de los edificios modernos de la capital.
Este enclave decimonónico en el número 12 de Barquillo cuenta con dos patios interiores alrededor de los cuales se vertebraban las estancias del COAM, eminentemente rectangulares para oficinas, biblioteca o zonas de archivo. Siempre es enriquecedor comparar el antes y el después cuando uno tiene ocasión de visitar Casa Decor y esta vez ese deseo era más evidente si cabe, pues a pesar de los valores intrínsecos del edificio no se le apreciaban grandes posibilidades de cara a una transformación radical.
Finalmente se han llevado a cabo 53 proyectos expositivos con varios denominadores comunes: Equilibrio formal, ambientes relajados y frescos, mobiliario y complementos de diseño propio, juegos de texturas y numerosos acentos tropicales. De alguna manera se ha tratado de respetar la austeridad funcional que tenía el edificio aprovechando al máximo la luz natural y enriqueciendo los paramentos lisos con papel pintado, tejidos o materiales que potencian un claro efecto 3D para evitar la sensación general de «cubo» en los espacios.
Dos ejemplos claros de este planteamiento son las propuestas del equipo Artefactum y Jaime de Pablo-Romero (Ynot), mostrando ambos un salón-comedor lleno de referencias: Los primeros se inspiran en las raíces de la cultura clásica mediterránea aunando materiales nobles como el mármol con textiles livianos de colores naturales, piezas orgánicas de cerámica y muebles en madera curvada. Para sentirse como en el palacio del rey Minos, sólo que sin minotauro.
Si su trabajo respira Grecia y Andalucía a partes iguales el de Jaime huele sin duda a África, pero ese espíritu étnico no se limita a representar una de las tendencias del momento, sino a actualizar algunas de las claves del estilo colonial con pinceladas de colores fluor, mobiliario que remite a la época de las vanguardias (Bauhaus, Art Decó…) y una buena dosis de humor y positividad.
Después del salón-comedor y los dormitorios, la temática más recurrente de esta edición ha sido el despacho o espacio de trabajo al que se traslada la personalidad y las pasiones del hipotético cliente: Alfons Tost rompe moldes obviando los altos ventanales para presentar un logrado estudio de iluminación que potencia los vólumenes y unifica los colores.
El gabinete creado por Jean Porsche saca el máximo partido a un entramado geométrico cuyo patrón se reitera en techo, suelo, cuadros y accesorios; a pesar de ser uno de los espacios más reducidos de esta edición el efecto gráfico y los espejos estratégicos consiguen ampliarlo visualmente y dirigirlo hacia el exterior. Un ejercicio arriesgado pero de resultado espectacular.
También han tenido cabida nuevas aplicaciones como el uso del azulejo y el mosaico en estancias de carácter íntimo, combinándolo con maderas claras para aportarle calidez y frescura. Egue&Seta presenta sus nuevos diseños para la empresa Kleenex recreando el mundo interior y el estudio de una joven diseñadora y para ello traslada los propios motivos desarrollados para las cajas de pañuelos a todo tipo de soportes.
Zooco e Hisbalit plantean un dormitorio high-tech dividido en «cápsulas» independientes que separan, organizan y distribuyen diferentes funciones. Cada módulo representa una tarea (dormir, vestirse, estudiar, escuchar música…) y juntos conforman una secuencia vertebrada por superficies contínuas de mosaico que analiza las necesidades de una sociedad cada vez más cambiante.
Uno de los aspectos más positivos de Casa Decor 2014 ha sido la decisión de centrar especialmente las intervenciones artísticas en las zonas de restauración y en todas aquellas consideradas de paso incluido el interior del ascensor (convertido en un fantasioso útero que nos abre un mundo nuevo en cada planta). De esa manera los angostos pasillos y escaleras del antiguo COAM ganan en prestancia y diafanidad, además de ofrecer proyectos mucho más dinámicos y singulares que los tradicionales espacios cedidos a las galerías de arte de la zona.
En resumidas cuentas, esta edición no brilla por su carácter innovador ni por propuestas de interiorismo que renueven o remuevan los códigos decorativos de los últimos años, pero sí nos ofrece un paseo agradable y sensorial, un leve instante de recogimiento en pleno centro neurálgico de la capital y algunos guiños divertidos gracias a la fauna y la flora que invade cada estancia narrándonos una especie de cuento en el que cada uno elige su propia aventura estética.