Los piercing no pasan de moda, siempre existirán personas que no pararán de agujerearse partes de su cuerpo para sentirse diferentes, distinguidos, modernos o porque deben cumplir una promesa o apuesta.
Independientemente de las razones, cuando nos hacemos un piercing tenemos que cuidarlos al máximo para que no se infecten. Presta atención, que a continuación te contamos los mejores consejos.
Lo más importante a la hora del cuidado del piercing y su evolución, dependerá de la zona en la que se haya realizado. Los que menos cuidados necesitan son los que se realizan en las orejas o en la nariz, en cambio, nos tenemos que centrar más en los que se hacen en el ombligo y en los genitales.
Aspectos a tener en cuenta
Es muy importante hacerse un piercing en las condiciones higiénicas adecuadas, ya sea en un salón de tatuajes y piercing, o en una farmacia. Si el estudio no cumple con las normas básicas, podría tu piercing complicarse.
Todo el material tiene que estar esterilizado, el profesional del salón debe lavarse bien las manos, utilizar guantes quirúrgicos y no tocar cosas que no estuvieran previamente esterilizadas.
Además, se debe aplicar alcohol para limpiar la zona y desinfectar antes de agujerear. Un piercing no se puede hacer en zonas donde hay lunares, manchas, cicatrices, verrugas o quemaduras.
Cuidados iniciales
Un piercing rompe la piel por ambos lados. Lo que provoca una lesión de cierta consideración, lo normal es que la zona se inflame y se enrojezca y genere ciertas molestias los días siguientes. Por esta razón, tenemos que seguir una serie de pasos para que esa zona no se infecte.
- Perforación manual con aguja hueca: lo ideal es que el piercing se realice mediante estas agujas. Porque el uso de pistolas perforadoras suele dar origen a mayores problemas por no poder desinfectarse bien.
- Se tiene que dejar el piercing para que cicatrice bien: es decir, para curar bien el piercing se debe dejar la guía que se coloca en primer momento y no quitarla ni cambiarla por otro pendiente.
- Debemos limpiarlo regularmente: es necesario limpiar el piercing diariamente varias veces al día para evitar las infecciones. Lo ideal es limpiarse con jabón antibacteriano, de manera suave y con ayuda de algodón. Se debe insistir mucho durante los 3 y 4 días posteriores.
- Recomendamos también realizar limpiezas con una mezcla de agua mezclada con sal marina. Esto elimina las sustancias que pudieran infectar la zona y reduce la irritación.
Actúa cuando el piercing está infectado
Cuando detectamos que nuestro piercing no está como debería, tenemos que tomar medidas. Después de realizar el piercing, tenemos que estar muy atentos ante cualquier señal de molestias o infección, para tomar rápidamente las medidas correctas.
Si hay una comezón permanente, enrojecimiento que no cesa, ardor, mal olor o drena algún líquido, seguramente se haya producido una infección. Si notas que tu piercing está infectado, evita ponerte cremas por tu cuenta, lociones o bañarte en una piscina, podría ser contraproducente.
En algunos casos, puede que esta infección sea derivada por alguna alergia al metal del pendiente.
Problemas con un piercing de antes
Cuando tenemos un piercing infectado, cuando decidimos quitarlo, tenemos que cuidarlo y sanarlo antes de quitárnoslo o cambiar de pendiente. Tenemos que darle tiempo para que no nos produzca una infección mayor.
Un piercing, puede tardar en curar entre 2 y 7 meses, dependiendo del lugar y la persona. Lo aconsejable es que, una vez sano, laves el agujero dos veces al día, con solución salina. Utiliza algodón para no hacerte daño, y presta atención a los cambios para asegurarte que se está curando.
Si no quieres seguir teniendo el piercing, retíralo y con el tiempo, el agujero se cerrará sin atención médica. A no ser que sea una agujero muy grande, hecho con dilatadores, que en este caso, se tendrá que cerrar con ayuda y atención especializada.
Otros datos a tener en cuenta
No todos los piercing se curan igual, como ya avanzábamos, habrá que tener en cuenta la zona donde se realiza y los cuidados que realiza cada persona en su piercing.
Los piercing que se curan más rápido son los que se realizan en la oreja, nariz o lengua, en cambio, los que más tardan son los del ombligo que pueden tardar hasta siete meses.