Muchos padres otorgan recompensas sus hijos cuando se comportan bien. ¡Ojo! Una recompensa no es lo mismo que un soborno. En el primer caso es un premio o elogio por haber tenido un buen comportamiento, y el segundo es una recompensa para cesar el mal comportamiento de forma inmediata. El primero es el que realmente sirve para educar a los hijos y que aprendan nuevas habilidades, el segundo en cambio, aunque es más tentador, solo convierte a los niños en pequeños tiranos, manipuladores y chantajistas.
Hay padres y madres que piensan que no deben recompensar a sus hijos por tener un buen comportamiento puesto que es su obligación como hijo/a. En realidad, los niños necesitan cierta motivación para aprender nuevas habilidades, sobre todo cuando se trata del manejo de las emociones más incómodas. Cuando los niños se sienten motivados a hacer las cosas mejor, entonces, poco a poco, su comportamiento irá mejorando casi como por arte de magia. Pero, ¿qué pasa si te salen dudas?
¿Y si no tengo dinero suficiente para pagar las recompensas?
Muchos padres y madres tienen el concepto equivocado de que las recompensas deben costar dinero, pero no tiene que ser así ni mucho menos. Es más, si no cuestan dinero serán mejores recompensas. Las recompensas e incentivos gratis generalmente pueden proporcionar mucha motivación a los niños. Esto puede ser ir a dormir más tarde, escoger un juego para jugar, elegir el postre que más le guste…
Se trata de ser creativo con las recompensas para no tener que invertir mucho dinero. Conoce a tu hijo y cuáles son sus intereses y de esta manera encontraréis la recompensa que mejor se ajusta a su personalidad e intereses. Permita que un niño gane más tarde a la hora de acostarse, elija una comida especial o elija un juego para jugar. Puedes pedirle a tu hijo su opinión sobre qué tipo de cosas les gustaría ganar. Algo tan simple como un vale de ‘día libre para no hacer tareas domésticas’ y más que motivación suficiente para los niños.
¿Hacer un sistema de recompensas es demasiado pesado?
Muchos padres se olvidan de lo más importante en cuanto a la educación de los hijos: mirar a largo plazo. A pesar de que los sistemas de recompensa requieren un trabajo extra, al principio pueden marcar una gran diferencia en el comportamiento de tu hijo. Si inviertes un poco más de tiempo ahora, significará que necesitarás pasar menos tiempo disciplinando a tu hijo en el futuro, e incluso, podrás acabar con las luchas de poder.
No hagas un sistema de recompensas demasiado complicado. Solo concéntrese en un par de comportamientos a la vez. De lo contrario, tu hijo se confundirá. Un sistema de recompensa simple debe describir claramente el comportamiento o las conductas objetivo que desea que se aborden y las recompensas que tu hijo puede ganar.
Para ciertos problemas de comportamiento, tiene sentido hacer un seguimiento del comportamiento durante un determinado período de tiempo. Por ejemplo, si quieres que tu hijo trabaje para llevarse mejor con su hermano, puedes optar por apuntar realmente solo a este comportamiento después de la cena, si es cuando parece que ocurren la mayoría de los problemas. Mantén el sistema de recompensas simple para que tanto tú como tu hijo tengáis claro cómo funcionará.