Las rabietas en los niños, ¿cómo controlarlas?

Las rabietas en los niños

Llantos, pataleos, gritos, tiradas al suelo, arañazos en la cara, taparse los oídos,etc. Todo esto son emociones que el niño muestra a modo de llamadas de atención para que le hagan caso o conseguir satisfacer sus necesidades o caprichos. Sin embargo, para los padres son momentos desbordantes en los que la paciencia pasan a un segundo plano.

Estas llamadas de atención son las denominadas ‘rabietas’, las cuales son absolutamente normales desde muy temprana edad, puesto que forman parte del desarrollo del niño. Cada cual tiene una personalidad que se va afianzando con el tiempo y estos momentos son los considerados claves para corregir su comportamiento.

Como los pequeños no tienen aún la capacidad de mostrar o expresar su frustación o enfado a través del lenguaje, estos llaman la atención con estos signos de malestar y que ponen a prueba la paciencia de los padres. Por lo que cuando vayan adquiriendo sus primeras palabras las rabietas irán disminuyendo.

Generalmente, estas suelen aparecer a partir del primer año de vida disminuyendo en el cuarto, ya que es aquí donde ya tiene un manejo más fluido del lenguaje. Así, hacia los cuatro años de años de edad, las rabietas disminuirán tanto en frecuencia como en intensidad.

Las rabietas en los niños

¿Cómo actuar ante una rabieta?

Las rabietas están consideradas como actos de caprichos en los niños. Sin embargo, algunas causas de las mismas son debidas a la necesidades propia de la vida infantil, es decir, aburrimiento, sueño, malestar del niño, hambre, higiene, etc. Por ello, lo primero que se debe hacer es preguntar qué es lo que le pasa.

De ninguna manera debemos hacer caso omiso a cualquier actitud incorrecta. En primer lugar, debemos tranquilizarlo y mediante palabras de aliento pedirle que cuando esté tranquilo y no llore, mamá le escuchará. El tiempo de espera en que la rabieta cese menguará a medida que el niño vaya aprendiendo.

Por el contrario, si se trata de una rabieta por capricho los padres tienen que ser firmes en cada actuación, ya que si se le consiente y se le da todo cuanto pide en un futuro será un niño malcriado, teniendo problemas de educación. Además, si se trata de un momento de manipulación por parte del pequeño hacia sus padres, es necesario poner límites para no hacer que el niño tome el poder de todo.

Las rabietas en los niños

La actitud de los padres

Existen muchos padres que no tienen demasiada paciencia y con tal de no escuchar más al niño le consiente todo. Por ello, estos deben concienciarse de que esto no es bueno para su futuro por lo que tendrán que entrenarse bien para poder aguantar muchos berrinches.

Además, algunos optan por dar una colleja o un tortazo en el culete porque ya no aguantan más. Es decir, como último recurso optan por la violencia para que el pequeño pare, pero esto resulta aún más contraproducente que si lo consentimos. Por tanto, la clave primordial para calmar las rabietas es el diálogo y el cariño.

Pero, todo no es culpa de los pequeños. Muchas rabietas son consecuencia de un ambiente de estrés vivido en casa, por lo el bebé se siente en una burbuja rutinaria de sometimiento  y nerviosismo que no puede afrontar nada más que con estas expresiones negativas.

¿Cómo sobrellevar estas actitudes negativas?

Ya hemos dicho que las rabietas son actuaciones de rebeldía del bebé que hacen deseperar a los padres. Por ello, ahora os dejamos una serie de pautas para poder sobrellevarlas sin que os deseperéis tanto en cada momento.

  • Firmeza y diálogo – Cuando los progenitores se muestran firmes ante una rabieta y explican todo de manera clara y concisa, esta disminuye en tan sólo unos minutos y el niño entiende que si sigue por ese camino no conseguirá nada. Se deben establecer unas consecuencias ante sus actos, como por ejemplo, ‘si no te lavas los dientes todos los días, después de comer, no habrá parque a la tarde’. En estas consecuencias no deben haber vacilaciones ni tratos, de esta manera, el niño aprenderá a establecer rutinas.
  • Prevée la rabieta y paciencia – Es difícil controlar un enfado propio, pero hay que tener paciencia. Por ello, hay que ser consecuentes y si seguimos con el enfado después de haber pasado la rabieta del pequeño, este no lo entenderá porque ni se acuerda de ello. Además, hay que evitar a toda costa las situaciones problemáticas puesto que hay rabieta seguro.
  • No exigir nunca, dejar que elija – Educar a un hijo no significa que deba hacer tu voluntad, puesto que este tiene su carácter, su personalidad y sus gustos. Por ello, hay que dejarlo elegir entre dos opciones válidas, pero nunca utilices un NO.
  • El problemático NO – Todas la personas tienen un temperamento, pero los niños al no tener capacidad de razonar correctamente, cuando escuchan un NO es como si le cerraras todas las posibilidades. Para esto, explica con palabras sencillas y claras que ‘NO puede jugar a la pelota dentro de casa, pero SÍ en el jardín’.
  • Tono normal – A veces hay que dejar a los niños que se les pase la rabieta para que así desfoguen toda su rabia, sin embargo, cuando quieran dirigirse a vosotros deberá hacerlo en un tono sin gritos, ni llantos, para poder así entenderlos, sino, haremos caso omiso a lo que nos diga hasta que no hable correctamente.

Las rabietas en los niños

En definitiva, la clave de las rabietas está en saber diferenciarlas, para poder saber manejarlas correctamente. Además, educar a los niños en un ambiente tranquilo y tolerante donde saber cómo resolver las diferentes frustaciones, hace que sus emociones se estabilicen y sepan cómo enfrentarlas en un futuro.


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