La semana de la Alta Costura de París, celebrada a finales de enero, no solo representa un evento exclusivo en el mundo de la moda, sino una fuente de inspiración que parece transportarnos a un universo de fantasía. Este desfile, reservado para las casas más prestigiosas, se convierte en un escaparate de creatividad, artesanía y lujo. En esta edición, los diseñadores no solo presentaron prendas de ensueño, sino que también nos recordaron la relevancia de mantener vivas las tradiciones y adaptarlas al presente. A continuación, te contamos cómo se vivió esta cita imprescindible y repasamos las colecciones más destacadas.
La esencia de la Alta Costura
La Alta Costura no es simplemente un desfile más; es la máxima expresión de la moda. Integrada por unas pocas y exclusivas casas, esta modalidad está regulada por la Chambre Syndicale de la Haute Couture. Las reglas estrictas que deben cumplir los diseñadores incluyen la presentación de al menos 30 piezas por temporada que deben estar confeccionadas a mano y creadas a medida para sus clientes.
Por ello, podríamos decir que la Alta Costura no genera ganancias directas significativas para las marcas, ya que su nicho de clientes es muy limitado. Sin embargo, proporciona prestigio, visibilidad y relevancia en el competitivo mundo de la moda, siendo la antesala de otras colecciones comerciales como el prêt-à-porter. Además, esta muestra nos invita a valorar el meticuloso trabajo artesanal que está detrás de cada prenda y el papel de «petites mains» (artesanas expertas en costura), quienes dedican cientos de horas a perfeccionar cada creación.
A.F Vandevorst: Celebración de un legado
En su vigésimo aniversario, A.F Vandevorst quiso rendir homenaje a su historia con la colección titulada «Siempre + para siempre». Los diseñadores presentaron piezas icónicas de sus colecciones previas, entre las que destacaron el emblemático corsé de su debut y el vestido de seda verde militar de 2015. Este desfile no solo fue una retrospectiva de su carrera, sino una reafirmación de su identidad como marca.
Schiaparelli: Surrealismo en la pasarela
La casa Schiaparelli, conocida por su vínculo con el surrealismo y la fantasía, presentó una colección que seguía fielmente su línea artística. Bertrand Guyon, director creativo de la marca, desplegó una serie de piezas que incluyeron llamativos trajes estampados y detalles únicos como un blazer con tapiz de paisajes hecho a medida. En esta ocasión, las cabezas de animales, símbolo característico de la casa, volvieron a ser protagonistas en formatos reinterpretados.
Ronald Van Der Kemp: Moda ética y creativa
Ronald Van Der Kemp ofreció una colección que se caracterizó por su fusión de materiales inusuales, desde el oro lamé hasta el corcho, pasando por el denim reconstruido. Pero lo más destacable fue el contexto humano detrás de este proyecto: refugiados de Siria y África participaron en la confección de piezas, en colaboración con Refugee Company, una iniciativa holandesa que apoya la reintegración laboral de migrantes. Este enfoque no solo resalta el poder transformador de la moda, sino que también refuerza su impacto social.
Valentino: Vibrante y onírica
Pier Paolo Piccioli, al frente de Valentino, nos sorprendió con una colección llena de colores vibrantes, plumas y grandes sombreros. Las prendas evocaron cuentos de hadas, con vestidos únicos que capturaban la esencia romántica y onírica del desfile. Además, se destacó la inclusión de pantalones, demostrando que la moda de Alta Costura también puede reinventarse para ser más inclusiva y funcional.
Viktor & Rolf: Colección monomaterial
La propuesta de Viktor & Rolf se basó en el satén duquesa como único material, lo que resultó en una serie de prendas gráficas y fotogénicas. Desde margaritas decorativas en túnicas hasta columnas arquitectónicas en vestidos, los diseños apostaron por una belleza minimalista con un giro conceptual. Esta elección de trabajar con un solo material no solo resalta su creatividad, sino su capacidad técnica.
Jean Paul Gaultier: Un homenaje a los 70
Jean Paul Gaultier transportó a los asistentes a los años 70 con su propuesta retro, que incluyó llamativas combinaciones de blanco y negro, trajes de chaqueta y pantalones vibrantes. Este desfile fue una oda a una década que marcó su carrera y demostró cómo las referencias del pasado pueden adaptarse a las sensibilidades actuales.
Elie Saab: Glamour intemporal
Elie Saab, como de costumbre, deslumbró en la pasarela con piezas que evocaron la elegancia de los años 20. Brillos, plumas y delicados detalles invadieron los vestidos, destacándose por su capacidad de crear siluetas que se fusionan perfectamente con la atmósfera mágica de la Alta Costura.
Maison Margiela y Givenchy: Elegancia moderna
John Galiano apostó por piezas que combinaban abrigos reflectantes, tapices y colores vivos en Maison Margiela, mientras Clare Waight Keller en Givenchy llevó la sastrería al siguiente nivel adaptando prendas masculinas para el guardarropa femenino con predominancia de tonos oscuros y sobrios. Estas colecciones reflejaron la habilidad de ambas marcas para reinterpretar la alta costura desde una perspectiva contemporánea.
La Semana de Alta Costura no solo es un reflejo del arte y la tradición, sino una plataforma donde se combinan el valor artesanal, la visión moderna y un desafío constante a las normas establecidas. París continúa siendo el epicentro de los sueños en la moda, un lugar donde todo es posible y el lujo se transforma en arte.