El deseo sexual es definido científicamente como la inclinación o el ánimo de tener relaciones sexuales con otra persona. La respuesta sexual humana funciona como un mecanismo de relojería en el que cualquier mínima alteración puede interrumpir su funcionamiento, derivando en una falta de deseo sexual.
«El deseo sexual no es algo psicológico, sino algo químico», explica la Dra. Beatriz Literat del Departamento de disfunciones sexuales de Halitus Instituto Médico y del Hospital Durand. Según Literat, es el resultado de estímulos recibidos a través de los sentidos que desencadenan la liberación de neurotransmisores cerebrales, provocando descargas de adrenalina. Estas descargas aceleran la frecuencia cardiaca y aumentan la circulación, activando los mecanismos vasculares, hormonales, musculares y neurológicos.
Alguna alteración en este complejo camino puede derivar en una disfunción, manifestándose comúnmente como falta de deseo o «falta de ganas».
Las etapas de la respuesta sexual
La Dra. Literat detalla las fases de la respuesta sexual:
- Primera fase: deseo – El momento inicial de inclinación hacia la actividad sexual.
- Segunda fase: excitación – Los órganos sexuales se llenan de sangre, resultando en erección masculina y lubricación femenina.
- Tercera fase: orgasmo – La culminación de la excitación.
- Cuarta fase: relajación y recuperación – El retorno del cuerpo a su estado basal.
Las hormonas y su papel crucial
Anteriormente, la falta de deseo sexual se atribuía a causas físicas (como la falta de lubricación, infecciones, vaginismo o endometriosis) y psicológicas (rutina, desinformación sexual en la pareja, etc.). Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que las hormonas desempeñan un papel fundamental.
La testosterona, conocida como la hormona masculina, regula los caracteres sexuales secundarios y la respuesta sexual, tanto en hombres como en mujeres. Pequeñas variaciones en los niveles hormonales, como testosterona y dehidroepiandrosterona (DHEAS), pueden causar cambios en el deseo sexual, siendo tanto una disminución como un aumento.
Recientes avances han permitido la adaptación de tratamientos hormonales que, con una dosificación adecuada, pueden beneficiar tanto a hombres como a mujeres.
«Es imprescindible un buen diagnóstico» menciona Literat, haciendo hincapié en la importancia de un enfoque interdisciplinario con sexólogos, ginecólogos, endocrinólogos y psicólogos. Identificar el origen del trastorno (ya sea hormonal, neurológico o vascular) es clave para el tratamiento adecuado.
El estrés y su impacto en el deseo sexual
El estrés, a menudo asociado con la vida moderna, interfiere directamente en el metabolismo hormonal. La adrenalina liberada por el estrés afecta el equilibrio de las hormonas esenciales para la respuesta sexual. Enfermedades como el hipotiroidismo, diabetes, o condiciones como la obesidad también influyen negativamente en el deseo sexual, interferiendo en los mecanismos hormonales necesarios.
Sexualidad y comunicación
«La sexualidad es el diálogo más poderoso que tenemos» destaca Literat. Una comunicación abierta y efectiva entre la pareja puede ser crucial para abordar las disfunciones sexuales. Según estudios, las consultas por disfunciones sexuales han aumentado un 30% en los últimos años, lo que refleja un cambio cultural hacia una mayor concienciación y búsqueda de soluciones a estos problemas.
La falta de deseo también puede derivar de otros problemas sexuales como la anorgasmia o la impotencia, por lo que es esencial no perder de vista que la sexualidad es un tema médico que requiere atención individualizada. El deseo sexual perdido puede recuperarse con un diagnóstico adecuado y un abordaje integrado. Aunque no es un proceso inmediato ni mágico, invertir en confianza, comunicación y tratamiento especializado puede marcar la diferencia entre una relación afectada por la falta de deseo y una conexión íntima plena y satisfactoria.