La Falta del Deseo Sexual

La Falta del Deseo SexualEl deseo sexual es definido científicamente como la inclinación o el ánimo a tener relaciones sexuales con otra persona y la respuesta sexual humana posee un mecanismo de relojería en el que cualquier mínima alteración puede producir la falla en dicho mecanismo que derivará en falta de deseo.

“El deseo sexual no es algo psicológico, sino algo bien químico, es el resultado de estímulos recibidos a través de los sentidos que desencadenan la liberación de neurotransmisores cerebrales que provocan descargas de adrenalina. Y esas descargas de adrenalina provocan una aceleración de la frecuencia cardiaca y un aumento de la circulación poniendo así en juego todos los mecanismos vasculares, hormonales, musculares y neurológicos”, explica la Dra. Beatriz Literat, médica del Departamento de disfunciones sexuales de Halitus Instituto Médico y del Hospital Durand.

Alguna alteración en el camino que recorre la respuesta sexual humana desde el momento mismo del estímulo, puede llevar a una posterior disfunción y manifestarse con uno de los síntomas más comunes de la falta de deseo: la falta de ganas.

Según Literat, “la respuesta sexual tiene varias etapas: la primera fase, la del deseo, ese momento en que existe la inclinación a tener relaciones sexuales; una segunda etapa, la de la excitación, en que los órganos sexuales se llenan de sangre y que en el hombre provocan la erección y en la mujer la lubricación; una tercera fase, la del orgasmo y una última de relajación y recuperación”.

Las hormonas, directamente relacionadas
La falta de deseo sexual era atribuida casi siempre ya fuera a causas físicas como la falta de lubricación, una infección, el vaginismo o la endometriosis, o a causas psicológicas como la falta de imaginación, la influencia de la rutina o la monotonía o la falta de información sexual en la pareja pero a partir de un nuevo descubrimiento, se sabe que es fundamental el papel de las hormonas.

La testosterona es la hormona que no sólo regula la aparición de los caracteres sexuales masculinos sino también juega un papel fundamental en el proceso de la respuesta sexual y, por lo tanto, en el deseo.

El año pasado, se descubrió que pequeñas diferencias de lo normal en los niveles de hormonas sexuales masculinas-testosterona y dehidroepiandrosterona (DHEAS)- tanto en el hombre como en la mujer, pueden provocar la disminución o, eventualmente, el aumento de deseo. Si bien la existencia de estas hormonas se conoce desde hace tiempo, el descubrimiento de la función directa que ejercen sobre el desencadenamiento del deseo sexual es noticia reciente. Este descubrimiento dio lugar a un nuevo tratamiento a base de estas hormonas que consiste fundamentalmente en adaptar la medicación disponible para hombres a la dosis necesaria para mujeres.

“Es imprescindible un buen diagnóstico”, sostiene Literat,”Anteriormente un paciente que tenía falta de deseo sexual se lo trataba psicológicamente únicamente pero hoy se sabe que es necesario un tratamiento interdisciplinario a cargo de sexólogos, ginecólogos, endocrinólogos y psicólogos, que contemple un buen diagnóstico, una medicación acorde y un apoyo psicológico.”

Así, si en ese mecanismo que funciona como un engranaje alguna hormona está en déficit es necesario descubrir dónde está el trastorno metabólico que provoca la falta de deseo. Si bien las causas pueden ser variadas, desde problemas neurológicos, trastornos vasculares o medicamentos que interfieren con el mecanismo hormonal, con un buen diagnóstico puede llevarse a cabo el tratamiento correspondiente.

El principal ayudante del deseo, tanto en hombres como en mujeres, es la hormona masculina, producida en las glándulas suprarrenales donde también se producen hormonas relacionadas al stress. El exceso de secreción de adrenalina, o stress, también incide en este camino de la respuesta sexual humana ya que esa descarga de adrenalina interfiere con el metabolismo hormonal alterando la cantidad de hormonas en el cuerpo. Lo mismo sucede con el hipotiroidismo, la diabetes o la obesidad ya que todos provocan interferencia en ciertos mecanismos metabólicos y, por lo tanto, en el mecanismo del deseo.

Sexualidad: el diálogo más poderoso
Las consultas por disfunciones sexuales han aumentado un 30% en los últimos años.
Según los síntomas, las consultas por disfunción sexual femenina son un 41,6% por disfunción del orgasmo, 28,7% por disfunción del deseo, 15,4% por dolor coital, 7,8% por disfunción de la excitación y un 6,5% por vaginismo o contracciones del músculo vaginal. Los datos de prevalencia están cambiando rápidamente en todo el mundo, a medida que, mes a mes, aumenta la difusión y los nuevos tratamientos médicos.

La falta de deseo también puede deberse a la aparición de cualquier otro problema sexual como la falta de orgasmo o anorgasmia, como la impotencia o la dispaurenia (dolor) , influye en el propio deseo e incluso en el del otro. La eyaculación precoz también y, en estos casos, debería tratarse primero el verdadero problema.

No debe perderse de vista que la sexualidad es también un tema médico y como tal requiere que cada persona consulte por su caso particular: no a todas las personas la misma causa le provocará el mismo efecto.

Teniendo en cuenta entonces que el deseo sexual es producto de un mecanismo de relojería, el deseo perdido puede recuperarse. “No es una cuestión mágica ni matemática, exige un buen diagnóstico y un abordaje sexológico”, explica la Dra Literat, “Pero además, si nos podemos comunicar en lo que vamos a comer o en cuáles son nuestros hobbies, entonces ¿cómo no comunicarse en la sexualidad? Si no hay una buena comunicación no es fácil tener una buena relación sexual. Debe revisarse el diálogo, porque la sexualidad es el diálogo más poderoso que tenemos”.

Fuente: Sentir y Pensar


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