Cuidar nuestro cabello es fundamental para mantenerlo saludable y con un aspecto vibrante. En el día a día, sin darnos cuenta, realizamos algunos hábitos perjudiciales que pueden dañarlo más que cualquier tratamiento químico. Reconocer estos hábitos y corregirlos puede marcar la diferencia entre un cabello opaco y quebradizo y una melena radiante.
Elegir un champú inadecuado
Uno de los errores más comunes en el cuidado del cabello es optar por un champú que no se ajusta a las necesidades específicas de nuestro tipo de pelo. Cada cabello es diferente: puede ser graso, seco, fino, teñido o con cuero cabelludo sensible. Es esencial elegir productos formulados específicamente para nuestro tipo de cabello. Además, los champús sin parabenos ni siliconas son ideales, ya que respetan la fibra capilar y no generan residuos acumulativos.
Para aquellas personas con cabello teñido, es imprescindible utilizar productos que mantengan el color y aporten hidratación. En este sentido, consulta nuestra guía de cuidados para cabello teñido.
Usar solo acondicionador y olvidar la mascarilla
El acondicionador es excelente para proporcionar suavidad al cabello, pero no cubre todas las necesidades de hidratación que este requiere. La mascarilla, por su parte, actúa en profundidad, nutriendo e hidratando las fibras capilares. Su uso semanal es necesario para prevenir puntas abiertas y mantener un cabello sano.
Una forma de potenciar su efecto es aplicarla con el cabello envuelto en una toalla caliente y dejarla actuar por unos minutos. Prueba mascarillas naturales, como las de aceite de coco o aguacate, para una opción más económica y ecológica.
Exceso de herramientas térmicas
El abuso de herramientas como secadores, planchas y rizadores puede provocar un daño significativo a la fibra capilar. El calor extremo rompe las proteínas del cabello, debilitándolo, haciéndolo más propenso a la rotura y a la formación de puntas abiertas.
Para reducir el daño:
- Utiliza siempre un protector térmico antes de aplicar calor.
- Opta por temperaturas moderadas y no utilices estas herramientas todos los días.
- Deja secar el cabello al aire cuando sea posible.
Peinar el cabello mojado
Peinar el cabello mientras está húmedo puede ser un hábito perjudicial, ya que el cabello mojado está más frágil y elástico, lo que lo hace susceptible a roturas. Utiliza peines de dientes anchos y desenreda con suavidad. Además, evita frotar el cabello con la toalla; en su lugar, presiona ligeramente para eliminar el exceso de agua.
Tomar duchas calientes
Las duchas con agua caliente, aunque relajantes, pueden debilitar la cutícula del cabello, permitiendo que pierda humedad y dejando las hebras más quebradizas. Opta por utilizar agua tibia durante el lavado y termina con un chorro de agua fría para sellar la cutícula y mantener el brillo.
No recortar las puntas con regularidad
Las puntas abiertas son inevitables con el tiempo, pero si no se cortan regularmente, pueden extenderse y dañar el cabello. Recortar el cabello cada dos o tres meses no solo mejora su apariencia, sino que también previene que el daño se propague.
Realizar peinados demasiado tirantes
Los peinados tirantes, como coletas altas o trenzas ajustadas, ejercen una presión extrema sobre el cuero cabelludo, lo que puede derivar en alopecia por tracción. Además, si siempre colocas la raya en el mismo lugar, esta zona puede debilitarse y volverse más propensa a la caída del cabello.
Varía la posición de la raya y opta por peinados más sueltos para minimizar estos efectos negativos.
Exposición al sol y contaminantes
El impacto del sol y la contaminación suele subestimarse cuando hablamos de salud capilar. Los rayos UV deshidratan el cabello, alteran su color y debilitan su textura. Por otro lado, la contaminación ambiental, a través de partículas suspendidas, puede acumularse en el cuero cabelludo y los folículos, obstruyéndolos y deteriorando el crecimiento capilar.
Para evitar estos problemas:
- Usa productos con filtros UV.
- Lava el cabello con regularidad para eliminar residuos.
- Protege el cabello con sombreros o pañuelos cuando estés expuesto al sol durante largos períodos.
Malos hábitos alimenticios
La salud capilar está estrechamente vinculada con la dieta. Una alimentación deficiente en vitaminas y minerales indispensables, como el hierro, el zinc y las vitaminas A y E, puede debilitar el cabello, hacerlo más propenso a la caída y evitar su crecimiento saludable.
Incorpora alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras, proteínas magras y ácidos grasos omega-3. Además, recuerda mantenerte hidratado consumiendo al menos 2 litros de agua al día.
Estrés y su impacto en el cabello
El estrés es uno de los principales factores que contribuyen a la caída del cabello. Cuando el cuerpo está bajo tensión, entra en una etapa conocida como efluvio telógeno, durante la cual una mayor cantidad de folículos entra en la fase de reposo, causando una caída temporal.
Prácticas como yoga, meditación y ejercicio regular pueden ayudarte a manejar el estrés y mejorar la salud general del cabello.
La salud capilar depende de pequeños ajustes en nuestra rutina diaria. Evitar estos hábitos perjudiciales, junto con una buena alimentación y cuidados específicos, garantiza un cabello fuerte y lleno de vida. Recuerda que cualquier daño es reversible si tomas las medidas adecuadas a tiempo.