Muchos padres gritan a sus hijos pensando que es una forma de disciplina adecuada. Piensan que al gritar sus hijos les escuchan mejor y que además, les hacen más caso. Pero no es así realmente. Son muchos los niños que confiesan en la escuela que sus padres gritan mucho cuando pierden los nervios. Los gritos no educan, solo muestran eso: la falta de nervios y de capacidad para manejar la situación.
Gritar a los hijos no hará que te escuchen mejor, si no que tus hijos te teman y si te tienen miedo no les estarás educando. Si les gritas porque han hecho algo mal pero no habláis sobre lo que han hecho mal, ten por seguro que esa conducta se volverá a repetir y tú volverás a gritar y la historia, se repetirá de nuevo.
Además, cuando se grita a los niños se está moldeando una conducta negativa que los niños aprenderán e imitarán. Por lo que si eres una persona que grita a los hijos, no te sorprendas si después tus hijos te griten cuando se sientan frustrados o cuando no sepan canalizar las emociones intensas… Exactamente como te pasa a ti. Cuando pierdes el control delante de tus hijos no les estás educando, solo les estás asustando y creando graves heridas emocionales.
¿Disciplina o desastre?
Si pierdes los nervios y gritas a tus hijos estarás creando un caos a vuestro alrededor, un absoluto desastre donde tus hijos tendrán miedo y tú, muy probablemente después, te sentirás totalmente arrepentido/a de lo ocurrido. Pero el daño ya estará hecho. Lo primero que debes hacer cuando gritas a tus hijos porque has pedido el control es pedirles perdón. Tus hijos deben entender que todos somos responsables de nuestras acciones y que los adultos, también se equivocan y sobre todo, que gritar está mal.
Los niños necesitan ver a sus padres como una fuente de seguridad y protección. En cambio si les gritas no sentirán esto en absoluto y su equilibrio emocional quedará gravemente dañado. Te verán como un monstruo. Es cierto que los niños necesitan límites, pero los límites no se deben poner gritando, no es necesario. Los niños se sienten estresados y con gran ansiedad cuando los padres gritan en el hogar, ¿realmente quieres eso para tus hijos?
Un adulto descontrolado con una reacción agresiva conduce a una atmósfera emocionalmente inestable e impredecible que no ayuda a que los niños mejoren su conducta ni tampoco a crear un ambiente de unión familiar. Estas explosiones emocionales pueden generar una gran ansiedad en los pequeños. El grito conduce al resentimiento, al comportamiento pasivo-agresivo y a la evitación. Además, un niño que presencia los gritos de sus padres puede sentirse avergonzado y también asustado.
Los gritos no son una opción
Los gritos debe dejar de ser una opción en el hogar y para ello, no debes pensar en qué deben hacer tus hijos para mejorar el ambiente del hogar, lo que debes pensar es qué es lo que puedes hacer tú para que los gritos dejen de ser un realidad en casa. Para ello te en cuenta algunos consejos:
- Recuerda que los gritos no conseguirán buenos resultados
- Si necesitas gritar, sal de la estancia, respira hondo y después, vuelve cambiando la perspectiva y con soluciones para la situación
- Tus hijos no merecen tus gritos, ellos aprenden de ti, eres su guía y necesitan tu calma y tu serenidad
- Busca el motivo de tus gritos, quizá tus hijos no tengan nada que ver y tu fuente de estrés es otro diferente. Busca qué te hace estar nervioso/a y ponle solución
Recuerda que gritar NO educa.