A los hijos se les quiere más que a la propia vida y eso, es una verdad que nadie puede desmentir… Pero hay veces que los padres y las madres esconden un secreto que no les gusta decir delante de otros: a veces, no les gustan sus hijos. Cuando hablamos de “no gustar” no nos referimos a que les odien o no les quieran, ¡ni mucho menos! Simplemente que hay días que pueden ser más difíciles que otros.
La maternidad se experimenta de muchas maneras diferentes (culpa, vergüenza, agotamiento, admiración, gratitud, alegría) y debe ser reconocido para que podamos habitar completamente la persona compleja que somos. Si rehuyes de los momentos en que no estás feliz por ser padre, solo empujarás tu resentimiento bajo tierra, donde se filtrará en forma de impaciencia, sarcasmo o abstinencia.
Siente lo que sientes, no te reprimas
Tiene mucho sentido que, a veces, anheles tener una vida infantil y sin compromiso. También puedes recordar los momentos en que anhelabas estar solo y meditar por un rato, solo para escuchar ese golpe en la puerta cuando tus hijos reclaman tu ayuda.
En la infancia eras tú quien pedía la ayuda a tu madre sin pensar si estaba o no agotada en ese momento. ¡Era tu madre y debe ayudarte! Ahora eso te toca a ti… aunque a veces no entiendes mucho los sentimientos que te genera tener que estar siempre para otros y a veces, olvidar que también debes estar para ti.
Eres humano/a
La crianza es un sinfín de pruebas que pone la vida y se recuerdan las alegrías y los sufrimientos de la propia infancia. En la actualidad se combina todo eso con el temperamento y la personalidad. Algunos padres se pierden en la alegría y la magia de criar hijos, ni una sola vez mirando por encima del hombro a la vida que vivían antes de que llegaran sus hijos. Pero otros ingresan a las demandas de crianza de los hijos en forma de recuerdo y comienzan, haciendo todo lo posible por aceptar el papel, pero aún perseguidos por una persistente incertidumbre sobre si están listos para ser un buen padre o no.
Dentro de cada padre o madre vive un niño pequeño que solo quiere recibir amor, apoyo y amabilidad por parte de los demás. Cuando en la crianza se incluye el cuidado y la presencia en forma de amor a los niños, se genera una curación profunda de las posibles heridas emocionales que tuvieras del pasado.
Ten paciencia contigo mismo
Cuando la vida familiar se vuelve demasiado caótica, ¡tómate un descanso! Es mucho mejor pedirle a un amigo o familiar que te ayude para que puedas pasar un tiempo a solas que para expresar tus frustraciones de manera que sea perjudicial para tu o tus hijos.
Algunas mamás forman redes de apoyo que les permiten pasar una noche para salir una vez cada pocos meses, solo para tener 24 horas para recargarse y hacer lo que se les antoja de un momento a otro. Simplemente pasar un día sin tener en cuenta las necesidades de los demás puede ser altamente rejuvenecedor…
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