Las legumbres son un ingrediente esencial en nuestra dieta, y esta ensalada de garbanzos con cherrys, calabacín y queso fresco es la prueba perfecta de cómo combinar salud, sabor y rapidez. Esta receta, que originalmente surge como una opción fresca para los días de verano, no deja de ser un deleite también durante las épocas más frías, ya que adapta perfectamente la combinación de ingredientes para cualquier temporada.
Además de su sabor delicioso, es una receta extremadamente versátil. Puedes añadir o sustituir ingredientes según lo que tengas en tu cocina, convirtiéndola en una excelente opción para aprovechar esos restos de vegetales o frutas que están a punto de caducar. Ya sea para una comida rápida o una cena ligera, esta ensalada se convertirá en una de tus favoritas.
Beneficios nutricionales de la ensalada de garbanzos con cherrys y calabacín
Los garbanzos, principales protagonistas de esta receta, son ricos en fibra, proteínas vegetales, vitaminas del grupo B, hierro y magnesio, garantizando una base altamente nutritiva. El calabacín, por su parte, aporta frescura y es bajo en calorías, mientras que los tomates cherry son una fuente natural de antioxidantes como el licopeno. El queso fresco añade cremosidad y proteínas adicionales, y el huevo duro complementa este plato con grasas saludables y colina, vital para el buen funcionamiento del cerebro.
El uso del aceite de oliva virgen extra como aliño, además, potencia los beneficios cardiovasculares de este plato, gracias a su contenido en ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes.
Ingredientes necesarios para 2 raciones
- 100 g de garbanzos cocidos (puedes optar por garbanzos en conserva o cocerlos tú misma).
- 20 tomates cherry, cortados en mitades.
- 1 calabacín pequeño, cortado en dados pequeños.
- 1/2 cebolla morada, picada finamente.
- 2 huevos cocidos, picados.
- Queso fresco, cortado en dados.
- Sal al gusto.
- Pimienta negra recién molida.
- Pimentón dulce.
- Aceite de oliva virgen extra.
Pasos detallados para preparar la ensalada
- Comienza cociendo los garbanzos si no utilizas los de bote. Déjalos en remojo la noche anterior con agua tibia y un poquito de sal. Al día siguiente, cocina los garbanzos en agua con laurel, una cabeza de ajo y unos trozos de cebolla hasta que estén tiernos. Esta técnica permite que se impregnen de sabores sin necesidad de añadir ingredientes extra durante la mezcla.
- En una sartén, sofríe el calabacín con una cucharadita de aceite de oliva virgen extra a fuego medio. Remueve durante 5-6 minutos hasta que se ablande ligeramente y cambie de color. El calabacín debe estar tierno, pero sin perder su textura firme.
- En un bol grande o ensaladera, mezcla los garbanzos cocidos, los tomates cherry, la cebolla morada picada, el calabacín salteado, los huevos cocidos y el queso fresco. Este será el corazón de tu ensalada, donde cada ingrediente aporta su textura y sabor únicos.
- Para el aliño, combina sal, pimienta negra, una pizca de pimentón dulce y un generoso chorrito de aceite de oliva virgen extra. Puedes emulsionar estos ingredientes con un batidor pequeño para obtener una mezcla más homogénea.
- Vierte el aliño sobre la mezcla de ensalada y remueve suavemente para que todos los ingredientes queden impregnados con el sabor.
- Sirve la ensalada en platos individuales o directamente en el bol de preparación. Puedes añadir un toque de perejil picado o unas gotas de limón si buscas un sabor más cítrico y fresco.
Esta receta también es una excelente base para crear variaciones según tus preferencias. Puedes incorporar ingredientes como pepino fresco, aceitunas negras, pasas o granos de maíz. Si buscas más inspiración, no te pierdas nuestra ensalada templada de garbanzos con brócoli y zanahoria o nuestra versión con boniato, brócoli y mozzarella.
Con este plato no solo disfrutarás de una combinación deliciosa y equilibrada, sino que también estarás cuidando tu salud con ingredientes naturales y altamente nutritivos. Es una elección perfecta para quienes buscan una dieta variada y saludable.
