Enfermedades habituales en invierno de las que debes cuidarte

Resfriado

Durante el invierno, con la llegada del frío, hay enfermedades que se hacen más presentes, especialmente aquellas que afectan a las vías respiratorias. Las más populares, sin duda, el resfriado común y la gripe que cada año representa un reto para la salud pública por el alto número de casos que se producen. Pero no son estas las únicas enfermedades habituales en invierno.

Virus, bacterias y factores ambientales hacen que las citadas no sean las únicas enfermedades con mayor incidencia en invierno. Las inflamaciones de faringe y amígdalas son relativamente frecuentes. También el asma y la bronquitis que a menudo, van de la mano. ¡Conócelas!

Resfriado

Podemos sufrir un resfriado en cualquier época del año, sin embargo, con los primeros fríos del año el número de casos aumenta. Causado principalmente por los rinovirus, puede afectar a personas de todas las edades y estas contagiar a otras a través de las secreciones nasales o saliva.

Beber muchos líquidos

Esta enfermedad infecciosa afecta al aparato respiratorio superior: la nariz, los senos paranasales, la faringe y la laringe. Los síntomas más frecuentes son estornudos, congestión nasal, tos y ojos llorosos. La mayoría de la gente lo pasa sin fiebre y en unos pocos días en los que siempre es recomendable beber mucha agua para mantener el cuerpo hidratado.

Gripe

Si hablamos de enfermedades habituales en invierno, no podemos no hablar de la reina: la gripe. Afecta a más de un millón de personas en España cada año, de ahí que en otoño se ponga cada año en marcha una campaña de vacunación masiva. Y es que este es el mejor remedio para evitar una epidemia.

La gripe está causada por el virus influenza y puede afectar las vías respiratorias: la nariz, la garganta, los bronquios y con menor frecuencia, los pulmones. Suele manifestarse un par de días después de haberse producido la infección vírica con síntomas como fiebre, dolores musculares, escalofríos, dolor de garganta, dolor de cabeza y fatiga.

Suele durar entre 3 y 5 días y para paliar sus síntomas se recomienda el reposo y el consumo de agua y caldos para mantenerse hidratado. Si la fiebre es alta o se alarga es siempre recomendable, además, consultar con nuestro médico de cabecera cómo tratar este síntoma. Una combinación de paracetamol y un analgésico suele ser la solución ganadora pero siempre, y especialmente si tienes otros problemas de salud, es recomendable consultarlo.

Faringitis

No es raro que la faringitis aparezca asociada a la gripe, pero no tiene por qué ser así.  La faringitis suele ser causada por un virus, pero también podría causarla una infección bacterianas o una reacción alérgica. El resultado es el mismo: la inflamación de la faringe. 

Los síntomas son claros: inflamación de los ganglios linfáticos del cuello y dolor de garganta. Además, puede aparecer en ocasiones un cuadro de fiebre que nos obligaría a guardar reposo como en el caso de la fiebre. Mantenerse hidratado y evitar el frío en boca y garganta son claves para superarlo.

Bronquitis

Cuando los bronquios se inflaman a causa de una infección bacteriana o por otros motivos como el asma, aparece la bronquitis. Esta enfermedad habitual en invierno afecta a las vías aéreas bajas y produce síntomas como tos continuada, fatiga, pitidos o sibilancias, dolor de pecho, dificultad para respirar y en ocasiones fiebre.

Es una enfermedad contagiosa cuando su origen es bacteriano, por lo que se recomienda permanecer en casa hasta que la enfermedad desaparezca para evitar transmitir la infección a otras personas. En estos casos, además, es importante tratar la enfermedad con antibióticos o el cuadro podría empeorar rápidamente.

En casos de asma es además muy importante usar inhaladores broncodilatadores o esteroides para evitar las asfixias e inflamaciones. Por eso, es siempre obligado acudir al médico cuando se detecten los síntomas.

¡Cuídate este invierno! Abrígate bien, cuida tu alimentación e intenta esquivar estas enfermedades tan habituales en esta época del año. Y si no lo consigues, acude a tu médico de cabecera antes de que se compliquen para saber cómo paliarlas.


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