¿Conoces la utilidad de las esponjas konjac?

Las esponjas Konjac

Dicen que en los temas de moda y belleza está todo inventado; pues bien, la realidad y el avance en cuanto a tejidos, nuevas estructuras en el diseño textil, avances tecnológicos referidos a la salud de la piel, pigmentos y cremas más saludables, etc., nos hacen ver que no es así realmente.

Las modas van cambiando y todo está en constante evolución. Sí, es cierto, que muchas cosas se reinventan, ¡claro! Pero hay muchas otras nuevas y mejores que las de antaño que cumplen su función de una manera mucho más efectiva. De una de estas cosas, referidas al tema de la belleza y en concreto de la limpieza facial venimos a hablaros hoy. ¿Habéis oído hablar de las esponjas konjac? ¿Sabéis para qué se usan? Hoy venimos a hablaros de este no tan novedoso producto y os decimos para qué sirve.

Esponjas Konjac

Estas esponjas con ese nombre tan raro son de origen asiático, y se utilizan para uno de los pasos más importantes de nuestra rutina diaria en el cuidado de nuestra piel: la limpieza facial.

Son unas esponjas tan suaves que se adaptan y sirven para cualquier tipo de piel (seca, grasa, sensible, madura, etc.) y para un uso totalmente diario.

La idea de usar esta esponja para los tratamientos de belleza ha sido exportada por Japón, China o Corea, donde se usan desde hace años en campos como la medicina o la cocina. Su aspecto poroso, que parece una piedra (cuando está seca) y un estropajo (cuando está húmeda) se debe a que no es una esponja hecha artificialmente sino que procede de la raíz de una planta del mismo nombre. Esta esponja está compuesta por un 97% de agua y es rica en minerales.

¿Cómo se usa en nuestra limpieza facial?

Cuando la esponja Kojac está totalmente seca se pone dura como una piedra, pero en cuanto la humedecemos un poco con agua, vuelve a ser una esponja normal. Es en ese momento cuando podemos usarla humedecida con un poco de agua para limpiar nuestra cara o bien podemos usarla con otro tipo de productos (exfoliante casero, gel espumoso, leche limpiadora, etc.). Pero su uso es igual al de una esponja normal: consistirá en arrastrarla por nuestra piel haciendo pequeños círculos e insistiendo un poco más en las zonas más problemáticas como barbilla, frente o nariz.

Una vez hayamos insistidos con ella por nuestra cara, la limpiaremos con agua hasta que no queden nada de residuos ni jabón en ella. Un consejo para que la esponja no se seque totalmente ni se endurezca con el tiempo es que la envolvamos en una toallita húmeda con un mínimo de agua retenida,… Así se mantendrá húmeda y en perfectas condiciones hasta el día siguiente para su utilización.


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