Separarse o divorciarse es un proceso emocionalmente desgarrador para cualquier pareja, pero cuando hay hijos implicados, el impacto se amplifica considerablemente. No solo se trata de gestionar las emociones personales, sino también de proteger a los hijos de las secuelas emocionales y psicológicas de la ruptura. Es crucial comprender cómo esta situación puede afectar a los menores y qué medidas se pueden tomar para minimizar el daño y garantizar su bienestar emocional y psicológico.
Evitar que los niños sientan que son los responsables de la separación
Uno de los grandes errores en las separaciones es que los niños, especialmente los más pequeños, tienden a asumir que la ruptura de sus padres es culpa suya. Este sentimiento de culpabilidad puede causarles una gran angustia emocional. Resulta fundamental que ambos progenitores hablen con sus hijos de manera clara, afectuosa y sin confrontaciones, asegurándoles que ellos no son responsables de la decisión de separarse.
Explicarles que las razones de la separación son problemas entre los adultos y no tienen nada que ver con su comportamiento o su valor como hijos puede aliviar enormemente su carga emocional. Además, es esencial que los progenitores refuercen su amor incondicional hacia ellos, asegurándoles que, a pesar de la separación, siempre estarán presentes para apoyarlos.
Mantener una relación equilibrada entre los padres
En algunos divorcios, los padres suelen caer en la dinámica de «poli bueno y poli malo», donde uno de ellos intenta desvalorizar al otro delante de los hijos. Esto no solo genera confusión en los niños, sino que también pone en riesgo su relación con cada progenitor. Se debe evitar transmitirles comentarios negativos o hacerlos partícipes de los problemas de la relación de pareja.
Según numerosos expertos, es importante mantener una convivencia respetuosa y neutral sobre los temas relacionados con los hijos, limitando el conflicto interpersonal entre los padres. Los niños no deben ser usados como «mensajeros» ni como herramientas en los desacuerdos maritales. Proteger su percepción de ambos progenitores es crucial para fomentar su desarrollo emocional sano y equilibrado.
En este sentido, un recurso cada vez más recomendado es la mediación emocional, donde un especialista ayuda a las exparejas a gestionar sus emociones y conflictos, siempre priorizando el bienestar de los hijos.
Comunicar la separación de manera adecuada
El momento de comunicar la separación a los hijos es crucial y debe ser tratado con extrema sensibilidad. Ambos progenitores deben estar presentes durante la conversación, transmitiendo un mensaje conjunto que refleje unidad como padres, aunque no como pareja.
El lenguaje que se utilice debe ser claro, adaptado a la edad de los niños y evitando detalles innecesarios o complejidades emocionales que puedan resultar abrumadoras para ellos. Es importante responder a todas sus preguntas de manera honesta, pero sin sobrecargarles de información que aún no pueden procesar. Este enfoque les ayuda a sentirse comprendidos y seguros, impulsando su capacidad de sobrellevar el cambio.
Impacto según la edad de los hijos
Es importante considerar que el impacto de una separación puede variar según la etapa de desarrollo en la que se encuentren los hijos:
- Niños de 0 a 2 años: Aunque no entienden plenamente el concepto de separación, pueden percibir la ausencia de uno de los padres, generando sentimientos de abandono y episodios de irritabilidad, alteración en el sueño o problemas de alimentación. Mantener rutinas consistentes y reforzar las relaciones afectivas es clave para reducir su angustia.
- Niños de 3 a 6 años: En esta etapa, los niños suelen creer que son responsables de la separación. Pueden desarrollar sentimientos de culpa y miedo. Es fundamental explicarles que no tienen ninguna culpa y asegurarles que no serán abandonados.
- De 7 a 12 años: Los niños en esta etapa tienen una mayor capacidad para comprender la separación, pero pueden experimentar sentimientos de tristeza, rabia y rechazo. Es importante mantener contacto con sus actividades escolares y garantizar que sus rutinas no se vean alteradas significativamente.
- Adolescentes: Los adolescentes pueden tener reacciones más intensas, como conductas de rebeldía, aislamiento o incluso depresivas. Tener una comunicación abierta y sincera con ellos ayuda a manejar sus emociones, brindándoles el espacio necesario para expresar sus sentimientos.
Reforzar la afectividad tras la separación
Aunque los horarios, las rutinas y las dinámicas familiares cambien tras una separación, es esencial seguir cultivando una relación cercana con los hijos. Proponer actividades nuevas que puedan disfrutar juntos, como ir al cine o realizar paseos al aire libre, ayuda a fortalecer los lazos. Además, es importante recordar a los hijos que ambos progenitores están disponibles para ellos a pesar de la distancia.
Facilitar las comunicaciones entre el progenitor que no convive con los hijos también es una forma efectiva de reforzar la relación. Llamadas telefónicas, mensajes o visitas al lugar de trabajo pueden ser pequeños gestos que mantengan viva la conexión emocional.
No hay duda de que la separación de los padres puede ser una experiencia traumática para los hijos. Sin embargo, con una correcta comunicación, apoyo emocional, y priorizando siempre el bienestar de los más pequeños, se puede reducir significativamente el impacto negativo de esta situación. Los hijos necesitan saber que, aunque las circunstancias familiares cambien, el amor y el compromiso de sus padres hacia ellos permanecen inquebrantables, ayudándolos a crecer emocionalmente fuertes y resilientes.