
Es común que los niños y adolescentes pierdan el tiempo cuando tienen responsabilidades que atender. Prefieren actividades más entretenidas como ver la televisión o jugar con sus juguetes. Sin embargo, es crucial que comprendan que procrastinar o posponer tareas importantes puede derivar en malos hábitos que impacten su futuro.
Si bien procrastinar ocasionalmente, con un plan para abordar las tareas después, no es negativo y puede incluso ser beneficioso, el problema surge cuando este hábito se convierte en una constante. El abuso de la procrastinación puede fomentar la pereza y la falta de disciplina, lo cual afecta directamente su rendimiento académico, social y personal.
Comprender la procrastinación
Procrastinar implica dejar para después las tareas importantes, ya sea por pereza, desmotivación o falta de organización. En adolescentes, este hábito suele ser más pronunciado debido a su etapa de desarrollo, donde la parte del cerebro responsable de la toma de decisiones aún está madurando.
Los principales motivos por los que los niños y adolescentes procrastinan incluyen:
- Falta de motivación: Las tareas no les interesan o no ven los beneficios de realizarlas.
- Miedo al fracaso: Evitan enfrentarse a situaciones en las que creen que no tendrán éxito.
- Falta de hábitos organizativos: No saben priorizar ni planificar su tiempo adecuadamente.
- Distracciones: Las redes sociales, videojuegos y otros elementos tecnológicos son grandes obstáculos para la concentración.
Para ayudar a nuestros hijos a superar este comportamiento, es necesario proporcionarles herramientas efectivas que les ayuden a gestionar mejor su tiempo y fomentar su responsabilidad.
Ten el control inicial
Cuando los hijos son pequeños, los padres tienen un papel crucial en la gestión de su tiempo. Esto no significa que debas hacer las cosas por ellos, pero sí enseñarles a organizarse correctamente. Establece rutinas claras y orienta a tus hijos sobre qué deben priorizar y cómo dividir grandes tareas en pequeños pasos. Una vez que dominen estas habilidades, podrán avanzar con mayor autonomía.
Divide las tareas en partes pequeñas
Las tareas grandes y complicadas pueden intimidar a los niños, llevándolos a posponerlas continuamente. Una manera eficaz de combatir esta tendencia es dividir esas tareas en pasos más pequeños y manejables. Este enfoque no solo las hace más accesibles, sino que también da a los niños una sensación de progreso y logro al completar cada etapa.
Por ejemplo, si deben limpiar su habitación, enséñales a desglosar la tarea en acciones concretas como recoger la ropa sucia, ordenar los juguetes y barrer el suelo. Este método les ayudará a sentirse menos abrumados.
Ponerlo en el calendario
Una herramienta clave para evitar la procrastinación es usar un calendario o una agenda. Ayuda a tu hijo a programar bloques de tiempo para distintas actividades según sus niveles de energía y concentración. Si son más productivos por la mañana, las tareas que requieran mayor atención deberían programarse en ese momento.
Utilizar cronogramas no solo les enseña a priorizar, sino que también fomenta la gestión eficaz del tiempo. Puedes complementar esto con aplicaciones digitales que permitan visualizar de forma atractiva sus horarios.
Un compañero de responsabilidad
Contar con un compañero de responsabilidad es una estrategia muy útil. Este puede ser un amigo, un hermano mayor, un profesor particular o incluso tú como padre o madre. El objetivo de esta figura es proporcionar apoyo y seguimiento, además de ofrecer un espacio para que tu hijo hable sobre sus dificultades y logros.
Por ejemplo, si tu hijo está trabajando en un proyecto escolar, el compañero puede revisar su progreso periódicamente y ofrecerle ánimo. Tener a alguien con quien compartir los retos hace que las tareas sean menos intimidantes.
Crea un sistema de recompensas
Una recompensa puede ser una poderosa herramienta de motivación. Aunque el logro en sí mismo debería ser suficiente recompensa, muchos niños responden mejor cuando hay algo tangible involucrado. Por ejemplo, puedes ofrecerles un tiempo extra para jugar a sus videojuegos favoritos o una salida especial si completan sus tareas a tiempo.
Es importante que las recompensas sean proporcionales al esfuerzo y no algo que se dé regularmente. Esto las hará más especiales y motivadoras.
Disminuir las distracciones
Reducir las distracciones es fundamental para que los niños puedan concentrarse en sus tareas. Crear un espacio de estudio tranquilo, libre de dispositivos electrónicos y con todos los materiales que necesiten a mano, aumentará significativamente su productividad.
Además, establecer reglas claras sobre el uso de móviles y otros dispositivos durante las horas de estudio es esencial para minimizar interrupciones.
Fomentar la autodisciplina y la confianza
La procrastinación a menudo está relacionada con la falta de confianza en las propias habilidades. Ayuda a tu hijo a comprender que cometer errores es parte del aprendizaje y que cada pequeño logro contribuye a su desarrollo personal.
Enséñales a establecer metas claras y a superar el miedo al fracaso. Esto, junto con la práctica constante, fomentará una actitud positiva hacia sus responsabilidades.
Proporcionar un entorno de apoyo y alentarles a compartir sus miedos y preocupaciones también puede ser muy útil.
Ayudar a tus hijos a dejar de procrastinar no es una tarea fácil, pero con paciencia, estrategias bien definidas y el ejemplo adecuado, lograrás fomentar en ellos hábitos de organización, responsabilidad y mayor confianza en sí mismos. Así, no solo serán más productivos, sino también más preparados para enfrentar los retos de la vida cotidiana.





