Amigas, el tesoro emocional de esa «familia» que escogemos

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Nuestras amigas son ese tesoro particular que nosotras mismas elegimos. Son nuestra familia y un apoyo incomparable en el día a día donde en realidad, no importa que sean muchas. Lo esencial, es que esas amistades sean auténticas, respetuosas y significativas.

Algo que ocurre muy a menudo y que debe invitarnos a la reflexión, es que muchas personas suelen dejar a un lado a sus amistades cuando inician una relación de pareja. Nuestro tiempo esta casi siempre focalizado en la persona amada. Ahora bien, a largo plazo este tipo de comportamientos en los que distribuir todo nuestro tiempo hacia nuestro compañero, es algo poco saludable y edificante a nivel personal. La amistad es parte indispensable de nuestro crecimiento personal y, lo creamos o no, nos permiten tener una relación afectiva más armónica, más íntegra. Te explicamos por qué.

Nuestras amigas, fuente de salud

Nuestras amigas no son solo ese vínculo agradable con el que compartir un café, con quienes salir a divertirnos o a quienes contar nuestras experiencias. La amistad es una forma excepcional de cuidar de nuestra salud de almacenar reserva cognitiva y de gestionar el estrés o la ansiedad.

La complicidad de las personas significativas

Una verdadera amiga es aquella persona que nos acepta tal y como somos, que no nos juzga, que nos confiere apoyo y quien tiene como principal virtud la reciprocidad.

  • A lo largo de tu vida has conocido a muchas personas, pero casi sin saber por qué, has conectado solo con unas pocas. Te identificas con ellas, no solo tenéis unas aficiones en común sino que además, compartís unos mismos valores. Y ello es algo importante.
  • Nuestras amigas son parte de nuestra familia, porque en ocasiones, no hace falta tener un mismo lazo genético para que se lazo sea tan o más significativo.
  • La lealtad es la clave de las relaciones positivas y significativas, y ello, es lo que encuentras en tus amigas, esas que no caben en los dedos de una mano, pero que sin lugar a dudas, son las mejores.

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Nos ayudan a gestionar el estrés o la ansiedad

Un problema es menos problema cuando lo compartimos con nuestras amigas. Es el momento en que dejamos a un lado los miedos, las actitudes limitantes y obsesivas para empezar a relativizar muchas cosas gracias a su apoyo.

  • La buena amiga sabe escuchar sin juzgarnos y aún más, aunque le digamos aquello de que «todo va bien», van a poder leer en nuestros rostros que no es verdad. Nos conocen, y su empatía llega hasta ese extremo de disponer de un auténtico detector emocional para saber cuándo estamos mal, cuando necesitamos apoyo.
  • Un valor importante que poseen muchas de nuestras amigas es su sinceridad. Mientras otras personas pueden llegar a ser condescendientes con sus comentarios «verás como todo te sale bien», «tú eres especial», «seguro que vas a tener suerte», los auténticos amigo serán siempre objetivos y claros con nosotros porque es lo que necesitamos.

«Sé que eso es muy importante para ti, pero ten en cuenta que ya has invertido todas tus energías y ahora estás muy mal. Tal vez sea el momento de probar algo nuevo. Hagas lo que hagas yo te apoyaré, pero lo que ahora tienes en mente te está haciendo más daño que otra cosa».

Este tipo de comentarios son los que necesitamos. La sinceridad escuchada en boca de otra persona es lo que nos confiere calma interior para clarificar más las cosas y centrarnos. El estrés se reduce y actuamos con más aplomo.

Nuestra pareja y nuestras amigas, dos lazos imprescindibles

Nuestra pareja no tiene obligación alguna en llevarse bien con nuestras amistades, no tiene por qué salir a cenar con ellas ni está obligado a divertirse a su lado si no lo desea. Lo mismo ocurre con los amigos de nuestro compañero. Ambos tenemos derecho a disponer de esos vínculos sociales y personales que, en muchos casos, mantenemos desde la infancia.

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Las amigas son parte de nuestra familia, y por ello, es necesario poder armonizar estos dos espacios personales, el construido con la pareja y el de nuestra esfera personal con esas amigas del alma y del corazón.

  • No podemos olvidar que una persona feliz, que dispone de sus relaciones sociales, sus instantes de distensión, de sus triunfos en su profesión, es alguien realizado personal y emocionalmente que es capaz de dar lo mejor a su pareja. Si alguno de estos aspectos se vulnera, se quiebra nuestra autoestima y todo ello revierte a la calidad de la relación.
  • Si tenemos una pareja que nos prohíbe quedar con nuestras amigas, si desconfía o nos critica porque hacemos esto y lo otro con ellas, poco a poco surge el problema, la insatisfacción y el malestar personal. Dejamos de tener a nuestras aliadas emocionales a nuestro lado, porque dicho círculo personal puede y debe ser complementario al de la pareja. Prescindir de él puede ser algo emocionalmente peligroso.
  • No podemos estar 24 horas al día con la pareja, ni nadie debe tampoco prohibirnos esas áreas tan íntimas como son la amistad, la complicidad y el descanso con nuestras amistades. Son parte de nosotros y de nuestra identidad.

Así pues, ambos espacios deberían estar en armonía, respetándose, y nosotras enriqueciendo nuestra vida y nuestro corazón con el amor de nuestra pareja y con el cariño imperecedero de las amistades. No dudes en cuidar de tus amistades y en disponer de esa área tan imprescindible también para tu crecimiento personal y emocional.


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