El amor verdadero se construye con las pequeñas cosas

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El amor verdadero no aparece por arte de magia, ni se mantiene a lo largo de los años debido solo al romanticismo. Toda pareja estable y feliz sabe que el amor auténtico requiere esfuerzo, y un trabajo cotidiano donde los detalles siempre son importantes. Es vital que el trabajo diario por la relación se lleve a cabo por ambos miembros, en el momento en que uno de los dos lo da todo sin recibir nada a cambio, la balanza pierde su equilibrio y la relación pierde intensidad. Deja de ser saludable.

Podríamos decir que en muchas ocasiones el ideal del «amor romántico» alimenta de modo erróneo el concepto de amor verdadero. Las personas no somos medias mitades de una naranja en busca de alguien que nos complemente. Somos individuos enteros que esperamos encontrar a otra persona igual de completa, madura y responsable, con la cual compartir una vida. Y ese proyecto requiere un esfuerzo diario donde se tengan muy en cuenta los pequeños detalles.

Pero… ¿Existe el amor verdadero?

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Es posible que al leer el título de este articulo más de una haya dibujado una sonrisa de escepticismo en su rostro. El amor verdadero existe, de eso hay duda. Ahora bien, nadie te va a garantizar que esa relación sea eterna, que la felicidad se constante en cada momento ni que seamos inmunes a las decepciones con esa pareja elegida.

En el amor nada es seguro, pero lo importante, es vivirlo cada día con la máxima intensidad, con la máxima plenitud, siendo conscientes de se necesita de un esfuerzo constante por parte de los dos. El amor verdadero no es amor romántico, es un amor maduro que une compromisos, que sabe llegar a acuerdos y que a su vez, tiene muy en cuenta estos aspectos que pasamos seguidamente a describirte.

1. El amor verdadero se basa en un amor consciente

Hablar de amor consciente no es hablar de espiritualidad, sino de psicología de las relaciones, de esas relaciones maduras que no exigen, que no someten y que respetan espacios favoreciendo además el crecimiento personal de la pareja. Es importante pues que tengas en cuenta estos puntos para aprender a desarrollar un amor consciente:

  • Para ofrecer un amor sincero a la pareja, primero hemos de saber amarnos a nosotros mismos.
  • Las personas maduras y «conscientes» no buscan a la pareja ideal, en primer lugar intentan convertirse ellos mismos en la clase de persona que se busca.
  • Las personas emocionalmente fuertes no tienen miedo a la soledad. El estar sin pareja por ejemplo no es traumático, y cuando la tienen, viven la relación de un modo pleno e intenso.
  • Nunca pierden la ilusión y la inocencia por amar con sinceridad y apertura. Saben ofrecer amor, y a su vez, saben que ellos mismos también merecen ser amados.

2. El amor verdadero es aquel que nos hace crecer como personas y como pareja

Las personas debemos lidiar a menudo con las dos esferas de las relaciones personales, por una parte está el plano individual, ahí donde nunca debemos descuidar nuestra autoestima, nuestros valores, nuestro crecimiento personal. Después, se encuentra esa esfera común donde creamos una vida en pareja y a su vez, avanzamos siendo «uno».

Para muchas parejas es difícil separar el «yo» del «nosotros», y en cierto modo es algo vital para nuestra estabilidad y bienestar emocional:

  • El amor verdadero es aquel que confía en su pareja y le permite mantener sus espacios, sus aficiones, sus amistades y sus esfera laboral. Comprende que todo ello forma parte de su crecimiento personal.
  • Una persona satisfecha de su trabajo y de ella misma, es alguien más feliz y con más recursos internos para a su vez, ofrecer una felicidad más intensa y completa a su pareja. «Si yo soy feliz puedo hacerte feliz a ti», «Si yo soy desgraciada solo te aportaré desdicha.

3. La importancia de las pequeñas cosas

Suele decirse que somos nosotras, las mujeres, quienes más valor ponemos a los pequeños detalles del día. En ocasiones, el principal problema reside en estos aspectos:

  • Nunca hemos de dar las cosas por sentado. El amor no es una dimensión permanente como ese cuadro que colgamos en la pared con un clavo y que observamos con deleite pensando que siempre va a permanecer ahí, igual de bonito. Las relaciones afectivas son más frágiles de lo que pensamos, y están muy supeditadas al día a día, a las pequeñas decepciones que pueden acumularse, a los desengaños, a la rutina siempre tan peligrosa, a una palabra en mal momento, o una palabra que no aparece cuando debería…
  • Es importante que nunca demos nuestra relación como algo tan fuerte y resistente como un pilar. Trabaja tu relación como el primer día y preocúpate por las cosas más pequeñas. Es ahí donde reside el amor verdadero. En esa mirada cómplice durante la cena, en despedirnos con un te quiero, en una sorpresa inesperada, en fijarnos en esos gestos, en el pliegue de esa ropa, en esa sonrisa que encierra una preocupación.

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Para concluir, recuerda que el amor verdadero no es algo que surja de la nada, piensa que las relaciones más duraderas han tenido que batallar en tormentas muy arduas, ahí donde la comunicación es clave, donde el amor es el pilar, y donde los pequeños detalles, son esas anclas cotidianas en las que fijar nuestra relación. Vale la pena intentarlo, vale la pena no olvidar nunca que las pequeñas cosas son las que edifican grandes proyectos.


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