La temida muela del juicio

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Su salida no se produce de forma vertical sino que se desplaza en posición oblicua, es decir inclinada hacia delante, lo que en ocasiones provoca molestias que afectan a las encías, las mandíbulas y, en general, a toda la boca.

La muela del juicio (llamada así porque suele aparecer entre los 16 y 25 años, más tarde que las otras piezas de la boca), tiene unos mecanismos especiales de erupción, por lo que siempre surge formando parte de un proceso doloroso.

Formadas por cuatro partes, las muelas del juicio surgen detrás de los segundos molares de la dentición permanente. El primero de los síntomas es la presión por la falta de espacio. Para aliviarlo, se recurre a los analgésicos y anti-inflamatorios orales. Las complicaciones más frecuentes son ulceraciones o hemorragias que deben consultarse al dentista.

La extracción es la manera más efectiva de acabar con el problema. Se recurre a ella cuando se observan alteraciones en la articulación entre el hueso temporal y el maxilar o la mandíbula.

El dolor de muelas viene cuando el nervio se inflama provocando molestias de diferente consideración. Un nervio muerto dentro de una muela es un nervio podrido e infectado que además está abierto al hueso que rodea la muela, y provoca un flemón: es decir, la infección de los tejidos que lo rodean.

Los dentistas recomiendan revisiones al menos una vez al año, para detectar la enfermedad más común, las caries, que avanza lentamente y sólo duele cuando toca el nervio.

Las grandes dosis de antibióticos también perjudican provocando la aparición de las aftas, una infección bucal producida por hongos. Y es que la boca, con su humedad constante, es una especie de paraíso para los microorganismos.

Los odontólogos creen que son entre 200 y 500 las bacterias distintas que allí pueden anidar y ya tienen unas 50 clasificadas.

Más información – ¿Qué son los abscesos?


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