Cigarrillos electrónicos: ¿un riesgo para nuestra salud?

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El cigarrillo electrónico está en boca de todos, pues aunque se está planteando cada vez más como una ayuda para dejar fumar, aún hay un gran desconocimiento sobre el tema. Además de imitar la forma de un cigarrillo normal, su funcionamiento se realiza mediante una resistencia y una fuente eléctrica que calientan un líquido de tal forma que lo convierte en vapor. Básicamente, lo que hace el cigarrillo electrónico es liberar dosis de nicotina o tan sólo aromas.

Actualmente es un tema controvertido, ya sea porque se están realizando diversos estudios sobre los riesgos que pueden tener sobre la salud, distintas leyes para prohibir su uso en lugares públicos o bien porque se ha puesto de moda. Si nos fijamos, seguro que en nuestra ciudad o pueblo se ha abierto un establecimiento de venta de cigarrillos electrónicos.

Advertencia de los investigadores

La Organización Mundial de la Salud advierte a los consumidores que no está comprobado que el uso de los cigarrillos electrónicos consiga el propósito de dejar de fumar, pero sí que es un sistema útil para empezar. Además, no se han realizado los suficientes estudios sobre el tema como para ser un sistema efectivo.

La Agencia de Drogas y Alimentos de Estados Unidos hizo un análisis de las dos marcas líderes y encontró en sus composiciones un anticongelante que es tóxico para el ser humano y sustancias cancerígenas que a largo plazo pueden ser un riesgo para la salud.

Aunque se trate de un inhalador de vapor, también puede causar daños en los pulmones a corto plazo muy parecidos a los que se producen al fumar los cigarrillos normales. En Nueva Zelanda se llevó a cabo en 2008 un estudio independiente en el que detectaron que los niveles de nitrosaminas (un compuesto orgánico presente en el tabaco) son muy bajos en comparación con los cigarrillos normales. Por ejemplo, los cigarrillos electrónicos contienen un máximo de 8’16 nanogramos por cartucho, mientras que un cigarrillo de las marcas líderes del mercado contienen entre 1.300 y 6.300 nanogramos.

A parte de contener las mismas sustancias que los cigarrillos convencionales, aunque en menor cantidad, contiene otras de cuyos efectos se desconocen a largo plazo.

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Historia

Nos remontamos a principios de los años 60, donde un hombre llamado Herbert A. Gilbert patentó una especie de cigarrillo sin tabaco ni humo. Gilbert lo describió como un dispositivo que funcionaba mediante la sustitución del tabaco de combustión por papel con aire aromatizado y húmedo. Los intentos de comercializar su producto fueron fallidos y pronto cayó en el olvido. Aun así, merece una mención como la primera patente para un cigarrillo electrónico. En 2003 Hon Lik tuvo más suerte. Lik, un farmacéutico chino, creó un cigarrillo electrónico que sí contenía nicotina, tal y como lo conocemos hoy en día. Se convirtió en la primera persona en fabricarlo y comercializarlo a nivel nacional. Consiguió que el mercado lo aceptara de manera satisfactoria, lo que le ayudó más adelante a expandirlo al mercado internacional sin problemas. 

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No existe regulación

A día de hoy no existe regulación alguna sobre su uso.  Tanto la Unión Europea como el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas han llegado a un acuerdo para regular el cigarrillo electrónico. No sólo en España, sino en muchas partes del mundo se ha puesto muy de moda. Sobre todo en donde residen aquellas personas que quieren cumplir sus propósitos de dejar de fumar. Hace años nadie consumía estos cigarrillos electrónicos y era porque no hacía falta. El 1 de enero de 2006 entró en vigor la ley antitabaco. Esta ley prohibió fumar dentro de cualquier establecimiento cerrado y en los espacios públicos como son los hospitales y colegios.

Por esta razón, han surgido otras alternativas para los fumadores y una de ellas son los cigarrillos electrónicos. No existe todavía legislación específica, ya que se trata de un nuevo producto que es bastante desconocido. Las autoridades de nuestro país aconsejan que hasta que no se conozcan los efectos que puede tener el consumo de estos dispositivos es preferible no consumirlos en zonas públicas: hospitales, colegios, administraciones públicas, servicios de atención al ciudadano y transportes públicos. Quieren llevar la misma dinámica que con el tabaco convencional para salvaguardar a los menores.

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El negocio está hecho

Más de 7 millones de personas usan el cigarrillo electrónico en todo el mundo. En España encontramos a 600.000 y 800.000 personas que ‘vapean’. El tabaco siempre ha generado grandes ingresos y este sucedáneo no iba a ser menos. La compra del Kit de un ‘e-cigarrillo’ (que es como se le conoce) y una dosis de líquido para un mes, tiene un coste de 50 ó 60 euros. Esto al año supone que este sector se embolsa alrededor de 20 millones de euros al año.

Ahora toca esperar cuál será el próximo paso de nuestros legisladores, si prohibir definitivamente este consumo, adaptarlo a las leyes antitabaco convencionales o crear unas propias. Lo que sí que es cierto, es que el cigarrillo electrónico se ha vuelto viral y es un tema en boca de muchos. Como en todos los casos de salud y sociedad, siempre entra en cuestión si las regulaciones de los altos directivos son para el beneficio de la sociedad o para el suyo propio.


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